Joseph Stiglitz , el Nóbel se mete con pasión en el debate sobre cómo salvar el planeta y sacar de la marginalidad a cientos de millones de personas en todo el mundo. Propone hacer un trabajo transformador en ambos sentidos.
Joseph Stiglitz parece una estrella de rock. Es, probablemente, el economista más famoso del mundo y convoca a un público fiel como si hubiera compuesto dos o tres de esas canciones que permanecen en la memoria por generaciones. Cuando se anunció que iba a haber una posibilidad de entrevistas con algunas de las personalidades que asistieron al seminario previo a la Cumbre de Medio Ambiente en Copenhague (Dinamarca), organizado por el Project Syndicate, los periodistas anotados para ver a Stiglitz superaron en treinta veces a los anotados para cualquiera de los otros disertantes. Y eso que competía con gente como el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, el primer ministro danés, el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo, el ministro de Medio Ambiente de la India u otros economistas famosos como Jeffrey Sachs.
Finalmente, unos 30 editores de los principales diarios del mundo pudimos entrar a la sala y escuchar a un Stiglitz amable y con el desparpajo que suelen tener las viejas estrellas del rock. En la charla también respondió preguntas específicas sobre Argentina, poco antes de visitar Buenos Aires por unas horas para participar de un seminario para empresarios.
¿La crisis financiera puede detener los cambios necesarios para enfrentar los problemas del cambio climático?
La crisis económica debería brindar una oportunidad para abordar más rápido los desafíos del cambio climático. Estamos viviendo en un mundo en el cual hay una capacidad excesiva, la oferta excede a la demanda y una de las maneras más efectivas para tratar de aumentar la demanda agregada global es aumentar el gasto en la mitigación del cambio climático. Tenemos recursos ociosos que no están siendo utilizados.
¿Hay recursos como para financiar los gastos que deben hacer los países en desarrollo para adaptarse a las nuevas tecnologías que prevengan el cambio climático?
Hay una forma fácil de seguir adelante y ayudar a financiar el cambio climático. Por ejemplo, una de las cosas que hizo el G-20 para responder a la crisis fue una emisión de SDR (derechos especiales de giro) de 250.000 millones de dólares. Eso es dinero del FMI. Se emitió dinero global y se utilizó para dar recursos a países pobres para que puedan luchar contra la crisis. Ahora bien, si en cambio, en forma anual, emitiéramos 250.000 o 350.000 millones de dólares en SDR de una forma más flexible a países en desarrollo que están enfrentando el costo de mitigación del cambio climático, sería una forma de que ellos cumplieran con las obligaciones. Podemos hacerlo. Y sería bueno para la economía global y para el cambio climático.
¿Estamos saliendo de la crisis financiera?
Quiero decirlo muy claramente: las cosas están mejor que hace un año. Nos alejamos del precipicio. Pero no hay un final a la vista para la desaceleración global. Los economistas utilizan la palabra recesión para referirse a una serie de trimestres de crecimiento negativo. Para la mayoría de los ciudadanos, la recesión significa si pueden o no conseguir empleo. Para los propietarios de casas, si siguen teniendo un capital en sus casas. Para las empresas, si pueden vender sus productos. Desde todas estas perspectivas, la recesión todavía no terminó. Y en muchos aspectos, particularmente la situación del empleo, podría empeorar. En Estados Unidos la tasa de desempleo oficial es de 9,8%, pero la tasa de desempleo más amplia (Broader Unemployment Rate) indica que 1 de cada 6 estadounidenses no puede conseguir trabajo. Entre las minorías hispana y negra, hay zonas en que 1 de cada 5 o 1 de cada 4 trabajadores no pueden conseguir empleo. Desde ese punto de vista la recesión continúa.
Algunos economistas aseguran que la recuperación ya llegó y que los empleos nunca van a llegar.
Escucharán a gente de la Administración Obama y en otras partes, que dicen: los empleos siempre retardan la recuperación. Y es verdad. Pero no tenemos una recuperación. Una recuperación crea empleos más temprano que tarde. En una economía normal el crecimiento de la mano de obra es 1%, la productividad crece un 2-2,5%. Si no se crece a un 3-3,5% no se crece lo suficiente como para crear empleos destinados a los que ingresan en la fuerza de trabajo. Nadie prevé para 2009-2010 nada cercano a ese tipo de tasa de crecimiento; algunos un poco más del 1%, otros un poco menos.
¿Si crece Estados Unidos crece todo el mundo? ¿Tenemos que llegar todos al nivel de consumo estadounidense?
En la discusión sobre los desequilibrios globales, los líderes del G-20 dijeron: lo que debemos hacer es que Estados Unidos ahorre más. Y ahorraremos más. Se necesita ahorrar mucho más. Pero China necesita gastar más, tiene que ahorrar menos. Si bien hay cierta verdad en eso, el verdadero problema es que no deberíamos alentar el consumo mundial. No debemos alentar al mundo a tomar como guía al patrón de consumo de los Estados Unidos. Si China aspira a los tipos de consumo que tiene Estados Unidos, el planeta está condenado. Necesitamos más inversión, necesitamos más crecimiento. Tenemos a 2 mil millones de personas viviendo con menos de 2 dólares por día. ¿Cómo se puede decir que el problema del mundo es que necesitamos más consumo? Lo que el mundo necesita es inversión para el cambio climático y para la reducción de la pobreza.
¿Cómo explica la rehabilitación del FMI y muchas de sus políticas tradicionales?
Entiendo que la pregunta tiene un contexto particular viniendo de un periodista argentino. Podrán entender por qué están desconcertados con esto. Francamente, es una cosa compleja. En primer lugar, el FMI de hoy es distinto de lo que fue en Argentina. Y creo que tal vez Argentina probablemente ayudó a cambiar al FMI. En parte, porque lo que Argentina demostró es que "sin" el FMI, un país podía crecer mucho más que "con" el FMI. Al abandonar el programa del FMI, crecieron alrededor de un 8/9% durante cinco años. Ken Rogoff, el economista de Harvard, señaló en su charla acá en Copenhague que es un patrón común después de estas crisis que haya una ola de defaults de deuda soberana. O sea que los problemas que hemos visto no van a desaparecer aunque no son siempre los mismos países. Estados Unidos no entrará en default. Pero las tasas de interés más altas que se verán por la mayor demanda de crédito que se creó llevarán a algunos países a tener crecientes dificultades. Y la experiencia argentina muestra que librarse de esa deuda, que volver a empezar, aun con un entorno en condiciones extremadamente hostiles, puede ser una forma apropiada de seguir adelante.
¿Debe seguir existiendo el FMI?
Yo he dicho que la globalización requiere instituciones globales. Si no tuviéramos al FMI habría que inventar una y sobre todo en tiempos de crisis. Pero el ritmo y el nivel de reforma son muy limitados. Y para que sea una institución eficaz, necesitamos acelerar e incrementar un programa de reformas.
¿No cree usted que la concentración en el cambio climático está distrayendo la atención de la reducción de la pobreza?
Bueno, ese es un riesgo serio, sobre todo para los varios miles de millones de personas que están en la pobreza. No tiene por qué existir un riesgo. Las dos cosas pueden ser complementarias. Si no hacemos algo con respecto al cambio climático, se generará más pobreza. O sea que un fracaso en las discusiones de Copenhague sería un paso adelante en la creación de más pobreza. La razón es obvia: los afectados por el cambio climático se encuentran desproporcionadamente en los países en desarrollo.
¿No estamos poniendo todo el énfasis en la eliminación del dióxido de carbono y olvidándonos de muchos otros problemas tan o más graves que éste?
Bueno, fui uno de los autores del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático) que ganó el Premio Nobel de 2008 por nuestro trabajo sobre los efectos del carbono. He pasado mucho tiempo estudiando esta cuestión. Y creo que la evidencia es abrumadora. Para mí, la cuestión principal es ¿podemos reducir el riesgo del cambio climático? Estamos vertiendo dióxido de carbono en la atmósfera en niveles no tolerables para la Humanidad. La comunidad científica está bastante segura de las consecuencias. Si tuviéramos 1.000 planetas podríamos seguir con este modelo de producción en este planeta y ver si resulta. Si nos equivocamos, como cree el 99,9% de los científicos, podemos pasar al planeta de al lado y listo. Pero no tenemos esa elección.
¿Cree que si se firma un acuerdo se va a cumplir?
Creo que la pregunta básica que nos puede dar una respuesta a esto es ¿cómo compartimos la carga del ajuste y quién paga el precio? Todos pagaremos el precio porque nadie será capaz de emprender la acción. En razón de la pobreza, desde un punto de vista ético, el ajuste tiene que ser sufrido por los países desarrollados. No sólo contribuyeron a los aumentos de los gases con efecto invernadero en los últimos 200 años, sino que siguieron contaminando desde 1990, cuando se reconoció el problema. Lo sabemos desde 1990 ¿y qué hemos hecho? Seguir aumentando los niveles de contaminación a un ritmo increíble. Aun después de reconocerlo, el problema continuó. Me parece que deben pagar por esto.
Gustavo Sierra.
Joseph Stiglitz parece una estrella de rock. Es, probablemente, el economista más famoso del mundo y convoca a un público fiel como si hubiera compuesto dos o tres de esas canciones que permanecen en la memoria por generaciones. Cuando se anunció que iba a haber una posibilidad de entrevistas con algunas de las personalidades que asistieron al seminario previo a la Cumbre de Medio Ambiente en Copenhague (Dinamarca), organizado por el Project Syndicate, los periodistas anotados para ver a Stiglitz superaron en treinta veces a los anotados para cualquiera de los otros disertantes. Y eso que competía con gente como el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, el primer ministro danés, el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo, el ministro de Medio Ambiente de la India u otros economistas famosos como Jeffrey Sachs.
Finalmente, unos 30 editores de los principales diarios del mundo pudimos entrar a la sala y escuchar a un Stiglitz amable y con el desparpajo que suelen tener las viejas estrellas del rock. En la charla también respondió preguntas específicas sobre Argentina, poco antes de visitar Buenos Aires por unas horas para participar de un seminario para empresarios.
¿La crisis financiera puede detener los cambios necesarios para enfrentar los problemas del cambio climático?
La crisis económica debería brindar una oportunidad para abordar más rápido los desafíos del cambio climático. Estamos viviendo en un mundo en el cual hay una capacidad excesiva, la oferta excede a la demanda y una de las maneras más efectivas para tratar de aumentar la demanda agregada global es aumentar el gasto en la mitigación del cambio climático. Tenemos recursos ociosos que no están siendo utilizados.
¿Hay recursos como para financiar los gastos que deben hacer los países en desarrollo para adaptarse a las nuevas tecnologías que prevengan el cambio climático?
Hay una forma fácil de seguir adelante y ayudar a financiar el cambio climático. Por ejemplo, una de las cosas que hizo el G-20 para responder a la crisis fue una emisión de SDR (derechos especiales de giro) de 250.000 millones de dólares. Eso es dinero del FMI. Se emitió dinero global y se utilizó para dar recursos a países pobres para que puedan luchar contra la crisis. Ahora bien, si en cambio, en forma anual, emitiéramos 250.000 o 350.000 millones de dólares en SDR de una forma más flexible a países en desarrollo que están enfrentando el costo de mitigación del cambio climático, sería una forma de que ellos cumplieran con las obligaciones. Podemos hacerlo. Y sería bueno para la economía global y para el cambio climático.
¿Estamos saliendo de la crisis financiera?
Quiero decirlo muy claramente: las cosas están mejor que hace un año. Nos alejamos del precipicio. Pero no hay un final a la vista para la desaceleración global. Los economistas utilizan la palabra recesión para referirse a una serie de trimestres de crecimiento negativo. Para la mayoría de los ciudadanos, la recesión significa si pueden o no conseguir empleo. Para los propietarios de casas, si siguen teniendo un capital en sus casas. Para las empresas, si pueden vender sus productos. Desde todas estas perspectivas, la recesión todavía no terminó. Y en muchos aspectos, particularmente la situación del empleo, podría empeorar. En Estados Unidos la tasa de desempleo oficial es de 9,8%, pero la tasa de desempleo más amplia (Broader Unemployment Rate) indica que 1 de cada 6 estadounidenses no puede conseguir trabajo. Entre las minorías hispana y negra, hay zonas en que 1 de cada 5 o 1 de cada 4 trabajadores no pueden conseguir empleo. Desde ese punto de vista la recesión continúa.
Algunos economistas aseguran que la recuperación ya llegó y que los empleos nunca van a llegar.
Escucharán a gente de la Administración Obama y en otras partes, que dicen: los empleos siempre retardan la recuperación. Y es verdad. Pero no tenemos una recuperación. Una recuperación crea empleos más temprano que tarde. En una economía normal el crecimiento de la mano de obra es 1%, la productividad crece un 2-2,5%. Si no se crece a un 3-3,5% no se crece lo suficiente como para crear empleos destinados a los que ingresan en la fuerza de trabajo. Nadie prevé para 2009-2010 nada cercano a ese tipo de tasa de crecimiento; algunos un poco más del 1%, otros un poco menos.
¿Si crece Estados Unidos crece todo el mundo? ¿Tenemos que llegar todos al nivel de consumo estadounidense?
En la discusión sobre los desequilibrios globales, los líderes del G-20 dijeron: lo que debemos hacer es que Estados Unidos ahorre más. Y ahorraremos más. Se necesita ahorrar mucho más. Pero China necesita gastar más, tiene que ahorrar menos. Si bien hay cierta verdad en eso, el verdadero problema es que no deberíamos alentar el consumo mundial. No debemos alentar al mundo a tomar como guía al patrón de consumo de los Estados Unidos. Si China aspira a los tipos de consumo que tiene Estados Unidos, el planeta está condenado. Necesitamos más inversión, necesitamos más crecimiento. Tenemos a 2 mil millones de personas viviendo con menos de 2 dólares por día. ¿Cómo se puede decir que el problema del mundo es que necesitamos más consumo? Lo que el mundo necesita es inversión para el cambio climático y para la reducción de la pobreza.
¿Cómo explica la rehabilitación del FMI y muchas de sus políticas tradicionales?
Entiendo que la pregunta tiene un contexto particular viniendo de un periodista argentino. Podrán entender por qué están desconcertados con esto. Francamente, es una cosa compleja. En primer lugar, el FMI de hoy es distinto de lo que fue en Argentina. Y creo que tal vez Argentina probablemente ayudó a cambiar al FMI. En parte, porque lo que Argentina demostró es que "sin" el FMI, un país podía crecer mucho más que "con" el FMI. Al abandonar el programa del FMI, crecieron alrededor de un 8/9% durante cinco años. Ken Rogoff, el economista de Harvard, señaló en su charla acá en Copenhague que es un patrón común después de estas crisis que haya una ola de defaults de deuda soberana. O sea que los problemas que hemos visto no van a desaparecer aunque no son siempre los mismos países. Estados Unidos no entrará en default. Pero las tasas de interés más altas que se verán por la mayor demanda de crédito que se creó llevarán a algunos países a tener crecientes dificultades. Y la experiencia argentina muestra que librarse de esa deuda, que volver a empezar, aun con un entorno en condiciones extremadamente hostiles, puede ser una forma apropiada de seguir adelante.
¿Debe seguir existiendo el FMI?
Yo he dicho que la globalización requiere instituciones globales. Si no tuviéramos al FMI habría que inventar una y sobre todo en tiempos de crisis. Pero el ritmo y el nivel de reforma son muy limitados. Y para que sea una institución eficaz, necesitamos acelerar e incrementar un programa de reformas.
¿No cree usted que la concentración en el cambio climático está distrayendo la atención de la reducción de la pobreza?
Bueno, ese es un riesgo serio, sobre todo para los varios miles de millones de personas que están en la pobreza. No tiene por qué existir un riesgo. Las dos cosas pueden ser complementarias. Si no hacemos algo con respecto al cambio climático, se generará más pobreza. O sea que un fracaso en las discusiones de Copenhague sería un paso adelante en la creación de más pobreza. La razón es obvia: los afectados por el cambio climático se encuentran desproporcionadamente en los países en desarrollo.
¿No estamos poniendo todo el énfasis en la eliminación del dióxido de carbono y olvidándonos de muchos otros problemas tan o más graves que éste?
Bueno, fui uno de los autores del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático) que ganó el Premio Nobel de 2008 por nuestro trabajo sobre los efectos del carbono. He pasado mucho tiempo estudiando esta cuestión. Y creo que la evidencia es abrumadora. Para mí, la cuestión principal es ¿podemos reducir el riesgo del cambio climático? Estamos vertiendo dióxido de carbono en la atmósfera en niveles no tolerables para la Humanidad. La comunidad científica está bastante segura de las consecuencias. Si tuviéramos 1.000 planetas podríamos seguir con este modelo de producción en este planeta y ver si resulta. Si nos equivocamos, como cree el 99,9% de los científicos, podemos pasar al planeta de al lado y listo. Pero no tenemos esa elección.
¿Cree que si se firma un acuerdo se va a cumplir?
Creo que la pregunta básica que nos puede dar una respuesta a esto es ¿cómo compartimos la carga del ajuste y quién paga el precio? Todos pagaremos el precio porque nadie será capaz de emprender la acción. En razón de la pobreza, desde un punto de vista ético, el ajuste tiene que ser sufrido por los países desarrollados. No sólo contribuyeron a los aumentos de los gases con efecto invernadero en los últimos 200 años, sino que siguieron contaminando desde 1990, cuando se reconoció el problema. Lo sabemos desde 1990 ¿y qué hemos hecho? Seguir aumentando los niveles de contaminación a un ritmo increíble. Aun después de reconocerlo, el problema continuó. Me parece que deben pagar por esto.
Gustavo Sierra.
1 comentario:
La mega-minería; el agro-negocio, una nueva usina carbonífera: desproteger los glaciares, ¿contribuyen a paliar el cambio climático?
La experiencia de salir de FMI, ¿es coherente con los escarceos para regresar al FMI?
Estamos ante dos contracciones antagónicas, de no desistir de una de las tesis, no hay lógica posible. ¡Qué pena si Argentina no opta por seguir sin FMI, ni entregarse a las multinacionales! Delia Hermosí
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