sábado, 28 de noviembre de 2009

Somos demasiados


Sumaremos 7.000 millones de habitantes en 2012 y 9.000 en 2050 - El problema no es la fecundidad, que ya se está frenando, sino la fatal distribución de recursos
La gravedad de la crisis alimentaria, el aumento inusitado en la población de los países menos desarrollados y los efectos del cambio climático son algunas razones para repetir la misma frase: "Somos demasiados". Y seremos más. En 2012, la población mundial alcanzará los 7.000 millones de personas. En 2050, la Tierra albergará a 9.100 millones. La gran mayoría de los nuevos habitantes vivirán en países pobres. Según cálculos de la ONU, en 2050 la población española será prácticamente igual que en 2009. Unos 42,8 millones de habitantes. Muy lejos del crecimiento previsto para países como Níger, Somalia y Uganda, cuyas poblaciones crecerán hasta en un 150% en los próximos 40 años. La población en los países desarrollados se mantendrá prácticamente igual y en algunos incluso disminuirá. En cambio, las naciones más pobres del mundo tendrán un acelerado crecimiento. De los 2.400 millones de personas más que habrá en el mundo en 2050, el 98% vivirá en países pobres. ¿Hay suficiente espacio y recursos para todos?

Las tasas de natalidad han disminuido en un 50% en los últimos 30 años, y se espera que se reduzcan aún más. Incluso en los países más pobres del mundo, la natalidad se reducirá a la mitad. Las previsiones de la ONU coinciden en que la tendencia se mantendrá. En 2050 se prevé que la fertilidad mundial sea de tan sólo 1,85 niños por mujer. Sin los métodos anticonceptivos, la población mundial crecería hasta los 11.000 millones de personas en 2050. Los controles de natalidad han sido fundamentales. Pero no son, ni de lejos, la única solución.
Desde hace más de 200 años, la advertencia ya era explícita: el inglés Thomas Malthus advertía en su célebre Ensayo sobre el principio de la población que los recursos naturales serían insuficientes para abastecer a la población mundial. La investigadora Rosamund McDougall, directora adjunta de la ONG Fondo para una Población Óptima (OPT, en inglés) advierte que "una población de más de 9.000 millones de personas tendría un impacto terrible sobre la Tierra, no sólo en la calidad de vida. La cantidad de emisión de gases de efecto invernadero haría imposible vivir en el planeta en 2050".

¿Quiénes ocuparán la Tierra entonces? La población en los 49 países más pobres del mundo se duplicará, de 840 millones hasta los 1.700 millones de personas, según apunta el informe Perspectivas sobre la población mundial, difundido en 2008 y elaborado por la División de Investigación Demográfica y Población Mundial de la ONU.

Los países desarrollados, en contraste, no sufrirán un cambio significativo en su población: de 1.230 millones de habitantes en 2009 a 1.280 millones en 2050. Incluso, Japón, Georgia, Rusia y Alemania perderán un 10% de población. El científico y escritor británico Fred Pearce opina que el problema no está en cuántos somos, sino en la manera en que repartimos los recursos. "Es evidente que el problema es el consumo excesivo de los países desarrollados y no la sobrepoblación de los más pobres", afirma.

El consumo de una persona en EE UU emite 20 toneladas de dióxido de carbono cada año; el equivalente de dos europeos, cuatro chinos, diez hindúes o 20 africanos. El 80% de la población pagaría las consecuencias económicas y ambientales del consumo de un 20%. Stephen Pacala, director del Instituto Ambiental de la Universidad de Princeton (EE UU), calcula que los 500.000 habitantes más ricos del mundo -cerca de un 0,7% de la población actual- son responsables del 50% de las emisiones de dióxido de carbono del mundo.

Y la situación no hará sino agravarse en los próximos años. "El reto es, en realidad, que los recursos se repartan de una manera más equitativa. Los efectos sobre el medio ambiente son extremadamente difíciles de revertir a través de las tasas de natalidad", advierte Pearce. "Aun si redujéramos a cero la fertilidad en el mundo, las emisiones de gases con efecto invernadero deberían rebajarse, por lo menos, un 50% para mediados de siglo", explica.

Además de los efectos del cambio climático, los países menos desarrollados se enfrentan al hambre, la causa directa o indirecta de un 58% del total de muertes del mundo según un estudio de la ONU difundido en 2004. El Instituto de Recursos Mundiales (WRI, en inglés) advirtió la semana pasada de que en 2050 habrá otros 25 millones de niños desnutridos en el mundo, que se añadirán a los 150 millones que sufren hambre en la actualidad. Los niveles de pobreza continuarán aumentando: entre 1981 y 2001, el número de personas que vivían con menos de un dólar al día en África Subsahariana se duplicó. De 164 millones hasta 316 millones; y en los próximos 40 años, dos tercios de la población mundial vivirá en países en vías de desarrollo.

El hecho es que hoy en día, mil millones de personas (un sexto de la población mundial) sufren hambre. En 2050, serán 1.700 millones, un 18% de la población prevista para entonces. Además del deterioro ambiental, los conflictos y el bajo desarrollo causan la escasez de alimentos. Los agricultores africanos emplean el equivalente a 1% del fertilizante que utiliza un agricultor en un país rico. Y mientras en los países pobres consumen una dieta basada en vegetales, los ricos consumen comida que come vegetales. Para producir un kilo de carne son necesarios, por lo menos, 10 kilos de pasto. Un estadounidense promedio consume 120 kilos de carne al año; mientras que en los países en vías de desarrollo, el promedio es de 28 kilos.

"La cooperación marcaría una diferencia significativa", según afirma Stephen Pacala. "Las hambrunas se deben, en la mayoría de las ocasiones, al pobre desarrollo de los países y a que la producción ha sido insuficiente", comenta. La falta de tecnologías que desarrollen la agricultura en los países menos desarrollados y los efectos de la crisis económica global empeora las circunstancias.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO, en inglés) advirtió en 2008 que el gasto anual en alimentos importados en los países más pobres podría suponer cuatro veces más que en 2000. "Para los consumidores más pobres, que gastan un 60% de su gasto habitual en comida, el aumento significa un golpe brutal para sus finanzas", observa el informe. La FAO también señala que para combatir el hambre, el mundo debe producir en 2050 un 70% más de alimentos que en la actualidad.

El reto no es nuevo. La llamada revolución verde consiguió duplicar la producción de alimentos entre 1960 y 1990. Y, en la actualidad, aún existe un 60% de tierra fértil en el mundo. ¿Pero qué garantiza a los países pobres un desarrollo sostenible en los próximos años? Pearce y Pacala coinciden que un buen inicio es la inversión. Un informe del Ministerio de Desarrollo Británico calculó en 2008 que para reducir el hambre en el mundo serían necesarios, por lo menos, unos 900 millones de libras (unos 987 millones de euros) para garantizar el desarrollo y las tecnologías necesarias para favorecer la agricultura en los países más pobres.

El presupuesto de la FAO sumó en 2008 unos 870 millones de dólares (unos 580 millones de euros). En 2009 ascendió ligeramente, hasta 930 millones de dólares (unos 626 millones de euros). Al comparar la cifra con los 700.000 millones de dólares (471.000 millones de euros al tipo de cambio actual) que el Gobierno de EE UU destinó para evitar la quiebra del banco de inversión Bear Stearns, las hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae y la aseguradora AIG en septiembre del año pasado. El presupuesto mundial dedicado a combatir el hambre apenas representa un 2% de esa cifra.

Los líderes reunidos en la reciente cumbre del G-20 celebrada en Pittsburgh en septiembre pasado acordaron destinar unos 2.000 millones de dólares (1.370 millones de euros) a ayudas para combatir el hambre del mundo, pero un estudio publicado por el Instituto Internacional para la Investigación de Políticas Agrarias difundido en octubre señala que es insuficiente. "Son necesarios al menos unos 7.000 millones de dólares [unos 4.710 millones de euros] al año para la investigación agropecuaria y la mejora de la infraestructura rural en los países. De continuar con una política que privilegie las ganancias, las consecuencias serán desastrosas", advierte Gerard Nelson, uno de los autores del informe.

La prioridad para resolver el hambre, un grave efecto de la mala repartición de recursos en el mundo tampoco es nueva. Preguntado en 1972 en una entrevista con Dick Cavett sobre los efectos de la sobrepoblación, John Lennon fue claro en definir el primer paso: "Tenemos suficiente comida y dinero para alimentar a todos. Hay suficiente espacio, y algunos hasta van a la Luna".

Verónica Calderón
”El País”
España

Teatro argentino: Cuatro lecciones de talento y esfuerzo


Lecciones argentinas: Rafael Spregelburd, Javier Daulte, Claudio Tolcachir y Daniel Veronese
Lección 1: Spregelburd. Bizarra (2003), uno de los mayores éxitos del dramaturgo/actor/director Rafael Spregelburd nació, cuenta, "como respuesta a la crisis argentina de 2001, el temible corralito. Estábamos todos deprimidos, y en vez de suicidarnos o darnos al alcohol, decidimos hacer una fiesta. La actividad de nuestro grupo, El Patrón Vázquez, habitualmente insensata, se volvió más insensata todavía, de modo que buscamos un formato desquiciado". Así, Spregelburd y su banda crearon Bizarra (subtitulada 'La lucha de clases explicada a los niños, con pornografía y pop'), una "telenovela teatral" de 10 capítulos y 20 horas de duración. Implicaron a 50 actores y arrasaron en la sala Barea del Centro Cultural Rojas, con entradas a tres pesos: llenos diarios, colas de horas para entrar, grupos que se sabían y coreaban las canciones, público intercambiando los cromos del Álbum Bizarra. Todo un fenómeno de culto en Buenos Aires, simultaneado por otro proyecto descomunal, la Heptalogía de Hieronymus Bosch, de la que en España apenas se han visto dos entregas: La estupidez y La terquedad. Divisa Spregelburd: "Sólo funcionan los proyectos verdaderamente imposibles". Corolario: "Lo que asombra del teatro argentino es esa capacidad de sobreponernos absolutamente a todo".

Lección 2: Daulte. En la primavera de 2002, Javier Daulte y sus actores se presentaron en el extinto Festival de Sitges con Gore, una obra de la que nadie sabía nada. En la rueda de prensa le preguntaron por el contenido. "Los contenidos", dijo, "rara vez me han importado. Me importan los géneros y llegar al público, emocionarle, divertirle, sacudirle. En una palabra: entretenerle. Durante demasiado tiempo, la gente del teatro no ha tenido en cuenta al público y se ha amparado en lo que llamaban, pomposamente, teatro de ideas. Yo creo que el teatro no debe transmitir ideas, sino inventarlas". Mucha gente se quedó en Sitges sin poder ver Gore, hasta el punto de que Daulte y compañía quisieron representarla en Barcelona para todo aquel público. Llamaron a muy diversas puertas, pero se toparon con la burocracia omnipresente. Era imposible, les dijeron, encontrar una sola sala disponible en aquellas fechas. A los cuatro días habían localizado un viejo cine abandonado en un edificio de okupas. Recolocaron las butacas de madera, y con cuatro focos prestados por la sala Beckett hicieron la función durante una semana, con entrada gratuita y aforo al completo. La cola rodeaba toda la manzana. Me pregunté cómo había podido congregarse tantísima gente, porque no apareció, lógico, ni una línea publicitaria. Respuesta: había corrido la voz por mensajes de móvil. La repercusión de Gore fue tal que los programadores se avivaron y Daulte "colocó" cuatro espectáculos en la siguiente temporada. Moraleja Daulte: "Los teatreros argentinos desconocemos el significado de la palabra no".

Lección 3: Tolcachir. A los 28 años, harto de llamar a las puertas de siempre, Claudio Tolcachir (actor, autor, director, profesor) convirtió su casa en teatro. Y en escuela. Una escuela de actores sin horarios, sin apertura ni cierre: se estudiaba por la noche o de madrugada, cuando todos se habían liberado de sus quehaceres alimenticios. Así nació Timbre 4, en Boedo, 640, en un piso grande y destartalado, al final del pasillo de una casa de vecindad. Durante meses, Tolcachir y sus alumnos construyeron el retorcido árbol genealógico de la familia Coleman, y de ese modo brotó su primera obra dramática. Crearon la familia y "vivieron" como familia. Si algún actor no podía estar presente, ensayaba por teléfono. Nadie cobraba: todos vivían de otras cosas. La omisión de la familia Coleman se estrenó en agosto de 2005. Su público: 50 personas por sesión, apiñadas en el comedor de Tolcachir. Hicieron la función durante cuatro años. El espectáculo se llevó todos los premios de Buenos Aires, y giró por media Suramérica, y fue a Nueva York, y a Miami, y recaló en Cádiz, en Almagro, en Gerona, en Madrid, siempre con una acogida entusiasta. A partir de la próxima primavera, Timbre 4 será un teatro de 200 butacas. Lema Tolcachir: "El teatro te hace sentir que las cosas son posibles".

Lección 4: Veronese. Daniel Veronese es el director más tentacular del teatro argentino. Trabaja en la escena comercial y en el under, simultaneando las puestas en escena: hará un par de temporadas coincidieron cinco montajes suyos en cartel. Dos de sus textos se eternizaron en Buenos Aires: Open House duró ocho años; Mujeres soñaron caballos, seis. "Cuando tengo un rato libre", dice, "ensayo una obra. O dos". Sus versiones de Chéjov e Ibsen se caracterizan por la concentración y la velocidad. No hay silencios, pausas, reposo: todo son puntos álgidos, choques, conflictos. "Cuando elijo un texto necesito que algo resuene en mí; algo cercano, emotivo y peligroso: obras que generen sentimiento y asombro". Corta, remonta, retitula, inserta fragmentos de otras piezas. Se impone retos y los impone a sus actores: cambiar el sexo de los personajes, por ejemplo. O reutilizar escenografías que nada tienen que ver con el original, "para abaratar costes, siempre, y también para crear tensión". Y a veces, ni decorados siquiera. En Fuga Cabrera, la sala que abrió junto a su casa de Palermo Viejo, no hay escenario, telón ni focos: el público se encuentra a los actores ya esperando, a cuatro pasos, bañados por una luz general, inmutable durante toda la representación. Actores que, como la inmensa mayoría de la profesión bonaerense, ganan su sustento en televisión o cine y pueden permitirse ensayar con Veronese todo el tiempo necesario, "hasta que la función esté realmente a punto". En Fuga Cabrera o en otro de los epicentros del under: El Camarín de las Musas, en el barrio de Congreso.

Marcos Ordóñez
“El País” España

viernes, 27 de noviembre de 2009

Argentina: La seguridad, la policía y los Medios


Entre los innumerables argumentos repartidos en las últimas semanas sobre el inevitable tema de la inseguridad, hay dos sobre los que valdría detenerse: uno, el de la “sensación”; el otro, el de la policía –aunque, en realidad, éste no es un argumento usual, y por eso quiero discutirlo con más énfasis–.

Sensaciones: un periodista de nota afirmaba en estos días que la inseguridad aparecía como principal preocupación de “la gente”, lo que se volvía un argumento irrefutable a la hora de convertirlo en primerísima prioridad. Permítanme disentir: empleo, pobreza, educación y salud deben seguir estando primero, opine lo que opine esa ilusión llamada “la gente”. Allí tienen razón los que sostienen que se trata de climas mediáticos, alimentados por alguna prensa: por un lado, porque los medios siguen ordenados por lógicas sensacionalistas (incluso la prensa “seria”) que privilegian el crimen por sobre cualquier otra temática; por otro, porque les viene espléndido para pegarle al kirchnerismo, al que no se le ha caído una sola idea al respecto en seis años. La opinión pública se rige por criterios poco científicos: aunque la tasa de homicidios sea más baja que en la mayoría de América Latina, “salís a la calle y te matan”, afirmación que a fuerza de ser repetida se vuelve verdad indubitable –al igual que, entre tantas otras, “los negros no quieren trabajar”, “se reproducen como conejos” o “la culpa es de la droga y el alcohol”–.

Reclamarles seriedad y precisión a los deudos de las víctimas es ridículo; pedírsela a vecinos indignados, una ilusión. Exigírsela a los medios, a los opinadores de toda laya y, especialmente, a la clase política, en cambio, es una obligación: las voces públicas, incluidos gobernantes y opositores, no pueden regirse por el principio del “me parece” transformado en ley universal.

Canas: especialmente, porque hay una enorme producción en el campo de la sociología, la antropología y los estudios de medios dedicada al tema. Las investigaciones sobre violencia y seguridad son innumerables, y señalan la existencia de una gran cantidad de equipos en todo el país concentrados en entender la situación desde criterios más exactos que los de Eduardo Feinmann, De Narváez o Stornelli. Además de proponer relaciones entre situación social y delito bastante más sofisticadas que la ecuación “pobreza es igual a choreo”, esas investigaciones se han detenido largamente en el rol de las policías en la cuestión. En general, todos concluyen que la policía, lejos de ser la solución, es una parte indispensable del problema. Basta leer, para ser escueto, los trabajos dirigidos por Juan Pegoraro o Sofía Tiscornia o la producción del CELS.

No hace mucho, un colega afirmaba que explicarle a la población que sus policías son las administradoras del delito causaría un pánico social. Y, sin embargo, es hora de comenzar a asumirlo. Pongamos apenas el foco sobre tres casos de la última semana. Primero, el crimen de Wilde, al que los propios vecinos vincularon con los desarmaderos de autos y que los niños y niñas de los jardines de infantes saben que está estrechamente organizado por la complicidad (no pasiva) policial, además de que colabora en el financiamiento de las fortunas de algún comisario o de algún puntero del conurbano (según lo dijo Marcelo Saín cuando era funcionario de Seguridad de la provincia: mi fuente no es la IV Internacional). Segundo, el escándalo macrista, que insiste en inventar una policía que ya está inventada, y para eso no se le ocurre mejor cosa que hacerlo con los mismos inútiles que ya fracasaron una vez. En realidad, “fracasaron” es fuerte e inexacto: son exitosos en sus funciones reales, consistentes en administrar el delito, inventarles causas a pobres y espiar opositores o familiares para hacer uso del chantaje.

Pero mi tercer caso es más urgente, más concluyente y más desolador. El sábado pasado, en las inmediaciones del estadio de Vélez, un chico fue puesto al borde de la muerte, más que aparentemente, por la represión policial. Todo indica –no hay indicios contradictorios– que la Federal lo apaleó y lo dejó tirado –seguramente, porque no tenía un Riachuelo a mano para hacerlo nadar–. Se alegó la necesidad de reprimir desórdenes causados por miles de fieritas descontrolados, en aplicación de la doctrina de Susana Giménez. El caso da más tela para cortar, y tiene que ver con muchas de mis obsesiones: el rock, el aguante, el descontrol y hasta la barra de Vélez. Pero lo incontrastable es que la Federal puso a otro chico al borde de la muerte y no hay responsables; que ese pibe casi muerto no tiene la prensa de Fernando Cáceres, y que eso ocurre porque esta sociedad –y estos medios– participan de la idea de que es mejor matarlos de chiquitos. Las policías cumplen allí una función, al fin, socialmente pertinente: cumplir con los deseos ocultos de tanto opinador y tanto vecino indignado.

Pablo Alabarces
Crítica de la Argentina.

¿Por qué consultan los hombres al sexólogo?


Con la llegada del viagra y el fin de los problemas sexuales como tema tabú, los hombres se animaron a consultar sobre su vida sexual a los especialistas. En consecuencia, de los cuarenta años para arriba, son cada vez más aquellos que se vuelcan a los consultorios sexológicos en busca de una solución. Pero, ¿qué los lleva a realizar la visita médica?
Los hombres que más consultas realizan, según explica a Perfil.com la doctora María Alejandra Rodríguez Zía, son aquellos que ya superaron los 40 años. Antes de esa edad, se presentan algunos casos de falta de líbido, en su mayoría sin disfunción erectil, producto de una ansiedad generalizada, un ataque de pánico o un cuadro de depresión.


Médica Clínica y Endocrinología, Rodríguez Zía detalla que, a partir de los 40, a las causas anteriores se le agregan otros motivos, relacionados con la edad, como las consultas por disfunsion eréctil producida por diabetes y por la toma de medicación que las provocan. “Por ejemplo los antihipertensivos, cosa que a esa edad ya comienza a ser una epidemia (Hipertensión junto con hipercolesterolemia y obesidad)”, aclara.

“A los 50 años las consultas por disminución de la libido y disfunción eréctil son motivadas por la andropausia, que es la disminución progresiva en el hombre de las hormonas masculinas por envejecimiento”, completa la especialista. En el rango de las consultas provenientes de personas mayores a los 60, a los motivos mencionados se le agregan “la enfermedad vascular, que ya llegó en forma silenciosa a los vasos sanguíneos del aparato genital, además de corazón y cerebro”.

Si bien las consultas sobre disfunsiones sexuales han aumentado durante los últimos años, la mayoría de los pacientes acude a los consultorios en compañía. “En la mayoría de los casos son acompañados por sus parejas”, cuenta Rodríguez Zía. La iniciativa, sin embargo, es casi siempre del hombre, “aunque en algunos casos de timidez o por depresión es impulsado por su pareja”.

Fuente: Perfil.com

Argentina: La víctima es la víctima. Siempre la mujer


El tema se les ha escapado de los mensajes en los correos electrónicos y de las listas y foros regulados por mujeres preocupadas e interesadas en el tema violencias contra el género.

Ya no somos tan sólo un grupo de mujeres que, en nuestro país y desde la década del 80, introducíamos el tema violencia familiar en cualquier lugar en el que participábamos; ahora las páginas de los periódicos, las voces de las radios y las imágenes de la tevé abundan en advertencias, denuncias y promoción de los derechos humanos de las mujeres.
Imposible desconocer la existencia de golpeadores decididos a imponer sus prepotencias en la vida de las mujeres y no alcanzan las excusas del imaginario social que sostenía que “siempre fue así”, ni resultan graciosas las letras de tango que se regocijan afirmando que “si no te rompo de un tortazo es por no pegarte en la calle”. Y en cuanto una cumbia o un rap amaga con promover el estilo, desde las legislaturas surge alguna diputada reclamando el límite para ese segmento de educación que la música popular promueve.

Jamás supusimos que el universo de golpeadores y de sus cómplices, admiradores, sostenedores, justificadores y defensores retrocedería y esperábamos la aparición del recodo desde el cual pretenderían avanzar. Recodos hubo muchos. Ahora el nuevo invento resultaría ingenuo si no fuese peligroso. Reside en que en determinadas instituciones oficiales, ante la mujer golpeada que denuncia al compañero que forma parte de esa institución, se utilizará la palabra “entrevistada” cuando ingresa en el circuito de admisión. Le tocará a ella demostrar que sus lesiones estuvieron a cargo del golpeador. Hasta que lo demuestre legalmente no será una víctima. Lógica que responde a una antigua historia relacionada con el Código Penal Procesal, que depende de una sentencia relativa a la “denunciante” no evaluable como víctima. Estamos frente a un cuidadoso respeto por el tramo jurídico que involucre la violencia familiar, frecuentemente caratulada por los jueces, una vez que se ha judicializado la historia, como “lesiones leves” (procedimiento que torna muy complejo realizar estadísticas acerca de esta índole de violencias clasificadas según una nomenclatura que elude su nombre propio, fenómeno que encontramos en todo nuestro país).

¿Qué sucedería con las estadísticas si siempre se procediera de ese modo, refiriéndose a “entrevistadas”, por ejemplo cuando la víctima recurre a una institución pidiendo ayuda o cuando nos llama por teléfono al número 137 –abierto los 365 días del año– para que la Brigada Móvil que atiende urgencias en violencia familiar llegue a su domicilio y la conduzca a realizar la denuncia y al hospital para ser atendida, además de buscarle un refugio transitorio?

¿Deberíamos pensar que esas mujeres refugiadas en un rincón de la casa y abrazadas a sus hijos serán nuestras entrevistadas o las víctimas a las que debemos auxiliar y asesorar?
Con la idea de “entrevistadas” –negando en la admisión que nos encontramos ante una mujer golpeada– empezarían a perder sentido las declaraciones de los organismos internacionales que vienen calificando la violencia como lo hizo Kofi Annan, secretario general de la ONU: “La violencia contra las mujeres y las niñas es un problema con proporciones de epidemia, quizás la violación de los derechos humanos más generalizada de las que conocemos. Destroza vidas, rompe comunidades y detiene el desarrollo”. ¿Acaso Annan hablaba de “entrevistadas”?

Los médicos que atienden en sus consultorios a una mujer que solicita atención y no cuenta que la fractura de su brazo es producto de un golpe, ¿deberá considerarla protagonista de una entrevista profesional y admitirla como “accidentada” en lugar de alertarse ante una posible víctima de violencia familiar?

Otro modelo “de vanguardia”
Este elude la existencia de la víctima al hablar de “mujeres en situación de violencia”. El argumento recala en una bienintencionada tesis: calificar a la víctima como tal es estigmatizarla. Sabemos que estigma corresponde al latín stigma, marca impuesta con hierro candente. O sea, quedará instalada de manera permanente. Que es lo que le sucede a la mujer golpeada. Más aún, quienes trabajamos con ellas años después de haber finalizado su relación con el golpeador, sabemos que titubean en contar públicamente “yo fui una mujer golpeada”; es decir, el recuerdo de haber sido infamada por la violencia no desaparece porque ahora ella ya no la padezca y podamos luchar abiertamente contra ese delito. Parte de la gravedad del mismo resulta de los efectos que esa violencia incrustó en la víctima, aunque ella actualmente haya finalizado ese periplo.

La pretensión de proponer la frase “mujer en situación de violencia” puede ser producto del deseo de que ella sobreviva lúcidamente de esa situación, dado que ése es uno de los principios básicos en el que trabajamos con mujeres golpeadas, puesto que de una situación se emerge y de un estigma no. El punto de inflexión es ése: la mujer podrá sobreponerse a la situación, la modificará –cuando pueda–, pero la marca que puso en marcha y definió su necesidad de huir de la violencia y de denunciar al golpeador está sostenida por la memoria del estigma con que el golpeador la marcó. Es esa ferocidad de la marca la que se instituye en potencial para defenderse.
Los argumentos de los sueños de las mujeres que fueron golpeadas y eludieron la violencia, los sobresaltos con que responden, años después de haberse separado del golpeador ante contactos bruscos (empujones casuales por ejemplo), nos hablan de la memoria marcada aunque en la vida se haya “superado” la experiencia como víctima. La preocupación por la estigmatización reside en que se teme que sea la comunidad la que descalifique a quien fue golpeada –lo que suele suceder– y se supone que suprimir la palabra víctima y sustituirla por “mujer en situación de violencia” logrará la maravilla.

Esa sustitución semántica no educará a la comunidad, por el contrario, tiende a disimular que hay golpeadores que producen marcas perdurables. “Mujer en situación de violencia” se desliza hacia el achicamiento o encubrimiento de esa violencia a la que se posiciona como “situacional”, es decir, modificable en sí y transitoria. O sea, desconoce los femicidios en aumento.
También desconoce la resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas en 1985: “Se entenderá por víctima a las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados miembros, incluida la que proscribe el abuso del poder”.

El universo preocupado por neutralizar los movimientos que actualmente transparentan la gravedad de las distintas formas de violencia contra las mujeres genera alternativas destinadas a revertir lo que en materia de esas violencias ya se ha evidenciado como problema grave. Actualmente, apenas se sostienen los mitos alrededor de la violencia familiar o doméstica pero se crean modelos propios de la violencia simbólica, como los que acabo de enunciar. Lo cual propicia que tengamos, cada día, una responsabilidad creciente: la inteligencia siempre encendida y la acción irrenunciable.

Eva Giberti * Coordinadora del programa “Las víctimas contra las violencias”, Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación.

Página/12

Del heroísmo a la heroína



Escribe Juan Gelman.
Es notorio que las tropas estadounidenses que combatieron en Vietnam no les hacían asco a las drogas. Menos ahora en Afganistán. Es la primera vez que ocupan un país productor de opio, padre de la heroína, y de ella se sirven para uso personal y no solamente: el paquetito que se puede comprar por 30 dólares a pocos pasos de la base aérea norteamericana de Bagram, al norte del país, rinde centenares de dólares en las calles de Nueva York. Lo comprobó el periodista independiente Shaun McCanna cuando filmaba un documental in situ (www.salon.com, 7-8-09). Después de todo, Afganistán es el origen del 93 % de la heroína que se produce en el mundo. Era: tanta producción abarató el artículo y los campesinos afganos han reducido algo su cultivo.


No siempre fue así. A mediados de los ’70 no había adormideras opiáceas en Afganistán ni en Pakistán. Todo cambió con la invasión soviética en 1979: el entonces presidente Jimmy Carter dio luz verde a la operación encubierta de la CIA destinada a financiar y armar a la resistencia afgana. En las zonas que iban liberando, los mujaidines ordenaban a los campesinos que cultivaran opio para pagar el “impuesto revolucionario” y se instalaron laboratorios de elaboración de heroína en la frontera afgano-paquistaní protegidos por la CIA y el servicio de espionaje de Pakistán. Resultado: el fiscal general estadounidense William French Smith declaraba en 1981, apenas dos años después, que de allí provenía el 60 % de la heroína que se consumía en EE.UU. (sonic.net, agosto-septiembre de 1997). Qué rapidez. No comparable, sin embargo, a la que se observa desde la ocupación de Afganistán.

El gobierno talibán, curiosamente, había reducido en un 90 % el área cultivada con la adormidera. Desde el 2001, año de la invasión, las tierras sembradas se multiplicaron por 15: pasaron de 8000 hectáreas a 123.000 en el 2009 (Afganistán Opium Survey 2009, Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, septiembre 2009). Los ingresos generados por el tráfico de la droga afgana son considerables. “El comercio de los opiáceos afganos proporciona una gran parte de los ingresos a escala mundial de los narcóticos, cuyo monto estimado por las Naciones Unidas es de 400 a 500 mil millones de dólares anuales”, señaló el especialista Miguel Chossudovsky (www.globalresearch.ca, 12-7-04). Hoy, tal vez más. Son de imaginar los intereses comerciales y financieros, legales e ilegales, que manejan este botín.

Chossudovsky señala que, si se toma en cuenta que el narcotráfico ocupa el tercer lugar, después del petróleo y de la venta de armas, en cuanto a las ganancias que arroja la comercialización de productos a nivel mundial, los poderosos grupos de negocios aliados al crimen organizado compiten por el control estratégico de las rutas de la heroína, no menos importantes que las petroleras y las armamentistas. ¿Habrá sido éste otro incentivo que alimentó la invasión y ocupación de Afganistán? Los talibán se están tomando la revancha: venden heroína barata a las tropas estadounidenses, desgastadas por las misiones de combate y, sin embargo, con bastantes horas libres por día en las que hay que entretenerse. ¿Con heroína? Por qué no.

McCanna compró heroína una docena de veces con absoluta libertad mientras realizaba su documental sobre la muerte en circunstancias sospechosas del soldado John Torres, que había escrito a su familia acerca de los problemas de drogadicción en la base aérea de Bagram. Aunque un portavoz de la base, el mayor de ejército Chris Belcher, había emitido un comunicado en el que indicaba que “son escasos los informes sobre el uso de drogas o de alcohol (entre los efectivos norteamericanos) que recibe la policía militar”, McCanna no pudo hablar con tres veteranos que recibían tratamiento por drogadicción, como se le había prometido. Los únicos datos oficiales del Departamento de asuntos relativos a los veteranos mostraban que no existían –o eran pocos– los casos de consumo de heroína por las tropas estadounidenses en Afganistán. Quién sabe.

El general de cuatro estrellas (R) Barry McCaffrey, zar de las drogas bajo la férula de Bill Clinton, confesó no hace mucho que el uso de drogas entre las filas de ocupantes norteamericanos se había duplicado en los últimos cuatro años. Si se aumentara el número de efectivos trasladados de Irak a Afganistán, agregó, muchos más “meterían la nariz (en la heroína) y les va a gustar” (www.thedailybeast.com, 4-11-09). Si Obama decide finalmente destinar 40.000 militares más a una guerra que ya dura ocho años, los estará exponiendo a la muerte por droga o plomo. Pero se sabe que a la Casa Blanca poco le importa ese detalle, empeñada, como está, en “la lucha por la libertad y la democracia” en todo el mundo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

El lado oscuro de las Redes Sociales


No se trata de elaborar teorías conspirativas ni de encontrar el pelo en la leche. Las redes sociales están en el pináculo de su popularidad en Internet por virtudes propias y defectos ajenos. Incorporaron de tal manera la idea de "conversación" que los usuarios se sienten en su salsa como agentes activos en el arte de escuchar, aprender y compartir todo tipo de experiencias y contenidos.

Un estudio reciente de Morgan Stanley destaca los números de este fenómeno web 2.0: YouTube (445 millones de usuarios), Facebook (400 millones) y Twitter (55 millones). Sin embargo, esta masividad encierra también efectos colaterales. En una entrevista de lanacion.com , Andreas Weigend, ex jefe científico de Amazon y referente mundial del análisis de datos fue contundente sobre la privacidad online: "Los datos que antes se conseguían bajo presión, ahora se publican en Facebook".

Las campañas de diferente color y tenor (comunicacionales, institucionales, corporativas, etc.), los acosos personales, las denuncias infundadas y la divulgación de la intimidad, son también características inherentes a la experiencia social de las redes. Detrás de estos servicios on line hay un complejo entramado tecnológico cuya piedra preciosa son las bases de datos. Esa información antes era parte de la intimidad y hoy está exhibida como objeto del deseo.


Las redes sociales son espacios de persuasión y, como tales, de gran influencia para la reputación individual o grupal. En la semana que pasó, el diario El País publicó un artículo que comenta un análisis de la consultora Proofpoint sobre la filtración de información corporativa de 75 empresas en las redes: Un 8% de ellas despidió, por lo menos, a uno de esos empleados por difusión de datos privados a través de esos sitios web. También se señala que es muy común que las empresas utilicen las redes para rastrear candidatos a un puesto de trabajo, tal como practican el ya instalado "googleo". Un antídoto para no pasar al lado oscuro de la fuerza: la interacción responsable.

Gastón Roitberg
Fuente: La Nación
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El sueño del Eternauta


Es el protagonista del libro sagrado de la ciencia ficción argentina. Su creador, el guionista Héctor G. Oesterheld, cobró un anticipo por llevarlo de la historieta a la novela convencional. Pero devolvió la plata cuando pasó a la clandestinidad antes de ser "desaparecido". Aquí, toda su historia.
Dentro del amplio abanico de calamidades que dejó como legado la última dictadura militar se halla la de haber cercenado de forma brutal a la escena cultural argentina.

En los campos de concentración de la década del 70 desaparecieron escritores, poetas, músicos y artistas plásticos –algunos de ellos ya consagrados, otros en vías de lograrlo– quienes, junto con aquellos que tomaron la ruta del exilio, conforman una especie de generación ausente, un eslabón roto en la cadena de la identidad cultural de este país.

¿Cuáles habrían sido sus aportes al paisaje actual de la literatura, la música o el arte? ¿Qué caminos expresivos hubieran decidido transitar de haber continuado con vida? ¿Cuál habría sido su influencia sobre las nuevas camadas de creadores?

Estas son preguntas que reverberan con especial intensidad en torno a la figura de Héctor G. Oesterheld, creador de El Eternau¬ta , el libro sagrado de la historieta argentina. Al momento de ser secuestrado, en abril de 1977, Oesterheld ya había hecho méritos suficientes para que se lo recordara como a uno de los grandes autores de la historia del género. Durante la década de 1950 había conformado con el italiano Hugo Pratt un dueto explosivo, un Lennon-McCartney de la historieta, que dio vida a series míticas como Sargento Kirk , Ernie Pike y Ticonderoga , consideradas clásicos de la "literatura dibujada", al igual que El Eternauta , su obra maestra.


Antes de que lo alcanzara el fatal otoño del 77, el derrotero creativo de Oesterheld avanzaba hacia dos horizontes diferentes, no necesariamente contrapuestos. Por un lado, continuar adelante con obras de fuerte compromiso político, en la línea de las biografías del Che y Evita que realizó junto a Alberto Breccia o las historietas que publicaba en revistas de la izquierda peronista. Por el otro, concretar una vieja deuda pendiente: la de convertirse definitivamente en escritor, una idea que se sostenía sobre un importante cuerpo de relatos que fue construyendo desde mediados de los años 50 y proyectos que intentaba concretar al momento de su muerte. El más ambicioso de todos era una versión novelada de su historieta más famosa, en la que las peripecias del personaje Juan Salvo funcionarían como hilo conductor de una revisión de la historia argentina, que Oesterheld pretendía contar desde el punto de vista de los postulados de la izquierda revolucionaria, tal como había es¬bozado en la segunda parte de El Eternauta .

En torno a este proyecto truncado, cuya existencia es apenas conocida por su familia y sus alle¬gados más cercanos, se despliega un anecdotario que da cuenta no sólo de la voluntad de Oesterheld de dar el salto hacia la literatura, sino también de la naturaleza de su sistema de valores. Corría el año 1974 cuando Oesterheld se dejó caer por las oficinas que Ediciones de la Flor tenía en la calle Lavalle y le propuso a Daniel Divinsky la idea de hacer la novela de El Eternauta . "Sí, por supuesto", le respondió exultante Divinsky, y le extendió un adelanto de 25.000 pesos de la época para que pudiera dedicarse de lleno a escribir.


Entre tanto, la situación política de la Argentina comenzaba a precipitarse y, con ella, el destino de la familia Oesterheld. Animado por sus cuatro hijas, que también desaparecieron durante la dictadura, marchó a Ezeiza para recibir a Perón y poco a poco se fue integrando dentro de la estructura de Montoneros, hasta ocupar un rol relevante en su área de prensa. Enfrascado en objetivos mucho más urgentes y en un estado de semiclandestinidad –con todos los apremios del caso–, Oesterheld envió a su mujer Elsa para que devolviera a Divinsky el adelanto que había recibido por el libro, consciente, muy probable¬mente, de que ya no iba a escribirlo nunca.

"Héctor se había formado como geólogo y tenía una cultura fuera de serie", recuerda Elsa, mientras cierra las ventanas de su departamento para que no entren las ráfagas de una tormenta de primavera. "Gracias a la historieta descubrió que su verdadera vo¬cación era ser escritor, y hacia ahí se dirigía. Pero, lamentablemente, se dio cuenta de esto demasiado tarde".

Diálogos con Borges

El legado del Oesterheld escritor es bastante más abundante de lo que podría suponerse y se nutre principalmente de relatos cortos que fueron publicados en revistas de circulación masiva, lo que lo emparenta con la tradición folletinesca y con los escritores-articu¬listas estadounidenses del género pulp fiction .

Sus primeros pininos los hizo en el marco de la literatura para chicos, ámbito en el que produjo una gran cantidad de cuentos que suelen partir desde el universo clásico de las fábulas infantiles, pero que siempre ofrecen una vuelta de tuerca fantástica, un subtexto que encierra una lectura más adulta, reflexiva, donde se hace evidente el toque Oesterheld. Uno de ellos es Eran tres amigos , una pieza entrañable que narra la amistad entre una niña, un conejo y un árbol que fue publicada el año pasado por Planta Editora, en una edición preciosista, ilustrada por Mariano Grassi. "El empezó haciendo textos de divulgación científica para chicos y luego fue creando toda una serie de personajes maravillosos, mucho más literarios", evoca Elsa, y menciona también los encuentros entre su marido y María Elena Walsh, a finales de los años 60, en los que debatían acerca de las nuevas formas de la literatura infantil y fantaseaban con colaboraciones que no llegaron a concretarse.

Otros encuentros, mucho más impensados por las afinidades ideológicas de los protagonistas, son los que mantuvieron Oesterheld y Jorge Luis Borges. La sede era la casa del autor de El Aleph y los cónclaves se extendían hasta bien entrada la noche, con un temario presidido por pasiones comunes como la ciencia, la filo¬sofía y la literatura fantástica. "Se pasaban tardes enteras reunidos, hasta que mi abuela lo llamaba para que volviera a cenar", cuenta Martín, uno de los dos nietos de Oesterheld. "Aunque había una diferencia de edad de casi veinte años, tenían muchos gustos compartidos y yo intuyo que de aquellas conversaciones surgieron elementos que luego formarían parte del guión de Invasión ". Martín se refiere a la película de Hugo Santiago, estrenada en 1969, con guión de Borges y Bioy Casares, que presenta a una Buenos Aires metafórica, llamada Aquilea, a punto de ser invadida por un misterioso ejército. En la trama del filme, considerado como una de las expresiones más conceptuales y vanguardistas del cine argentino, se mezclan influencias de la Ilíada y de El Eternauta.

Maestro del relato breve

La sistematización de la obra narrativa de Oesterheld se debe en gran parte al esfuerzo de Juan Sasturain, quien recopiló un sinfín de textos dispersos, atesorados en el archivo familiar, y les dio forma de colección. Según Sasturain, había material suficiente como para dar vida a una serie de entre 14 y 16 títulos, de los que finalmente sólo ocho acabaron saliendo a la calle, editados por Colihue y que actualmente se consiguen en librerías. La mayor parte de estos libros están protagonizados por personajes míticos de Oesterhled (el Sargento Kirk, Ernie Pike y Bull Rocket) y el restante reúne un relato basado en El Eternauta y un grupo de cuentos de ciencia ficción, algunos de ellos verdaderamente magníficos.

"El cuerpo principal de la obra narrativa de Oesterheld son nueve novelas del Sargento Kirk y nueve de Bull Rocket", señala Sasturain. "Se trata de libritos de género de quiosco, historias de aventuras, que fueron publicadas durante la década del 50 y son, en su mayoría, versiones noveladas y más desarrolladas de historietas ya publicadas en la revista Misterix". Orgullosos representantes de lo mejor del género folletinesco, estos relatos abordan temas bélicos y westerns que se desarrollan a través de adictivas aventuras con mo¬raleja, protagonizadas por héroes de principios sencillos e inquebrantables, como el Sargento Kirk, un alter ego del Martín Fierro en el Lejano Oeste. En sí mismas re¬presentan la Edad de Oro de la "literatura de quiosco", cuando estas ficciones populares (al igual que la novela negra en Estados Unidos) se vendían como pan caliente en los puestos de diarios.

"La voluntad de Oesterheld por convertirse en escritor se ve a las claras cuando funda su propia edi¬torial, Frontera, y lo primero que hace es comenzar a publicar sus trabajos más literarios. En mu¬chos de ellos se hace evidente que era un gran maestro del relato breve y que manejaba a la perfección los elementos característicos de la ciencia ficción. Eso se ve especialmente en piezas como 'Sondas' o 'El Arbol de la Buena Muerte'". Estos dos relatos que menciona Sasturain forman parte del libro El Eternauta y otros cuentos de ciencia-ficción , de la colección de Colihue. "Sondas" apareció origi¬nalmente en Los argentinos en la Luna , una antología de literatura fantástica publicada por De la Flor en 1969, en la que también participaron escritores como Manuel Mujica Lainez y Angélica Gorodischer. Y no es técnicamente un cuento, sino un conjunto de textos brevísimos, poéticos, de extraña musicalidad, que utilizan el imaginario de la ciencia ficción para adentrarse en situaciones metafísicas. Por su parte, "El Arbol de la Buena Muerte" es otra pieza deliciosa y extraña, un relato inscripto dentro de un género inexistente que podría denominarse "costumbrismo marciano".

La colonización de Marte, el futuro paisaje de la Humanidad y los secretos aún no revelados del Universo constituyen la materia narrativa de los relatos compilados en ese libro, en el que la figura del Oesterheld escritor brilla con mayor intensidad. Se trata de la veta más clásica y pura de la literatura de ciencia ficción, explotada por autores de la talla de Bradbury, Asimov y Philip K. Dick, pero que en la Argentina apenas si ha tenido cultores. Los escasos pero ma¬ravillosos relatos que Oesterheld realizó dentro de este ámbito hacen pensar que habría sido capaz de abrir ese camino, marcar una huella para que luego sea seguida por otros, aunque eso n o sea más que una intuición, una mera elucubración sobre lo que podría haber sido. Y no fue.


Diego Marinelli

Para impedir más dictaduras


Escribe Carlos Slepoy. A partir de la reciente experiencia hondureña y de un juicio presentado contra los bancos por el financiamiento brindado a la última dictadura argentina, dos expertos en derechos humanos analizan el papel que puede jugar la Justicia internacional en el castigo y prevención de los golpes de Estado, tan comunes en la historia latinoamericana. La experiencia hondureña.

Convención contra los golpes
El escritor y periodista argentino Marcelo Fabián Monges, radicado en México, está impulsando una notable iniciativa que he apoyado sin hesitar como me consta lo han hecho, entre otros, el Premio Nobel alternativo de derechos humanos Martín Almada y esa ejemplar Madre de Plaza de Mayo, Línea Fundadora, que es Nora Cortiñas. En su ingente actividad Marcelo Monges se ha entrevistado con representantes diplomáticos de distintos países.

No dudo de que cuando la idea se generalice –y es urgente que lo haga– todos los organismos de derechos humanos de América la impulsarán: se trata de la necesidad de una Convención Interamericana que declare como crimen de derecho internacional, y penalice, los golpes de Estado. El reciente golpe cívico militar en Honduras y las amenazas que se ciernen en el mismo sentido sobre otras naciones actualizan dramáticamente la necesidad de perseguir este antiguo e impune delito que, una y otra vez en nuestra historia, ha abortado procesos de cambio imprescindibles para profundas transformaciones sociales y la integración indoafrolatinoamericana continental.

Desde las declaraciones de independencia de nuestros países se produjeron 327 golpes de Estado y asonadas militares. Durante el siglo XX los golpes de Estado en América latina fueron 288 (Bolivia, 56; Guatemala, 36; Perú, 31; Panamá, 24; Ecuador, 23; Cuba, 17; Haití, 16; Santo Domingo, 16; Brasil, 10; Chile, 9; Argentina, 8; Venezuela, 12; Colombia, 8; Uruguay, 5; en las islas de Surinam, Jamaica, Guyana, Granada y Trinidad Tobago, 15; México, 1; Paraguay, un golpe de Estado que duró 45 años). En la inmensa mayoría de los casos sus autores no sufrieron sanción alguna.

En el 30 por % medió la intervención directa de tropas de EE.UU. (en un 70 % en países de Centroamérica y el Caribe) [Fuente: Modesto Emilio Guerrero, periodista y escritor venezolano residente en Buenos Aires www.voltairenet.org/article137304.html].

En su ya larga historia, la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó en 1948 la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, la Convención Americana sobre Derechos Humanos en 1969 y, ya con carácter punitivo, la Asamblea General adoptó la Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura en 1985 y la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas en 1994. Restan, clamorosamente, convenciones para prevenir y reprimir los genocidios, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra tan pródigos en nuestras tierras.

Y los aquí comentados golpes de Estado, puertas de entrada y prolegómenos de aquéllos y de la violación masiva de los derechos económicos, sociales y culturales. Este crimen debe ser regulado como un delito autónomo de los demás y sus autores perseguidos judicialmente por el solo hecho de alterar el orden constitucional (cómo deberán serlo los golpistas hondureños, independientemente de que sean además sancionados por los otros delitos que están cometiendo).

Hay muchos que, con fundadas razones, opinarán que estos instrumentos internacionales son ineficaces: no impiden los crímenes y apenas son útiles para perseguir a unos pocos de los tantos implicados. Sin embargo, lo hasta hoy conseguido es, aunque poco, mucho más de lo que hubiéramos tenido si miles de personas y víctimas, cientos de organizaciones sociales y de derechos humanos no se hubieran conjurado para dar vida a tratados internacionales que nos dignifican y abren caminos. Es sabido que toda larga caminata comienza con los primeros pasos. La anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida por la Corte Suprema en Argentina o la reciente declaración de inconstitucionalidad de la eufemística Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado por parte de la Corte Suprema del Uruguay no hubieran sido posibles sin las aludidas convenciones y las interpretaciones que de las mismas han hecho la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA.

Sin embargo, estas instancias interamericanas, que como se ha dicho han cumplido un importante papel, revelan ya su insuficiencia. Es preciso desarrollar los principios y crear los juzgados y tribunales que, a escala americana, persigan efectivamente a los autores de los crímenes. En el caso, los responsables de golpes de Estado. Sin perjuicio naturalmente de su persecución en el país donde se cometen los hechos aunque, como es sabido, la impunidad que conllevan los mismos suele impedir su persecución.

Por eso se torna necesaria la creación de un Tribunal Penal Interamericano Permanente, a modo de la Corte Penal Internacional Permanente, pero sin sus groseras servidumbres a favor de los poderosos del planeta y la aplicación efectiva del principio de justicia universal –existente en la mayoría de las legislaciones de nuestros países pero lamentablemente inédito en su implementación–, conforme al cual estos hechos deben ser sancionados por los tribunales de cualquier país dada su naturaleza de crimen lesivo para la humanidad que convierte a sus autores en enemigos del género humano.
Sin estos dos elementos no avanzaremos, en lo sustancial, más que hasta ahora.
Quede dicho ahora que, como nunca antes, el contexto latinoamericano, con sus asechanzas pero también con sus sólidas promesas de futuro, es propicio para que muchos de nuestros gobiernos impulsen perentoriamente, tras dos siglos de golpes de Estado, una convención que persiga y reprima a sus responsables.


Carlos Slepoy
Abogado. Fue querellante en España en los juicios contra los responsables del terrorismo de Estado en Argentina.

Los chicos piden, piden y... piden




Se acercan las vacaciones, y un fenómeno creciente se vuelve mas visible: la tiranía de los hijos en la era del consumo.
¿Como ponerles limites, mientras ellos piden... y piden?
Es sábado, de mañana. Paula va al supermercado con su hijo, Matías, de 3 años. A la salida, Matías se detiene en uno de los puestos de venta de muñecos y globos para chicos. Se acerca y toma su muñeco preferido, Ben 10. Paula le pide que lo vuelva a poner en el estante. Matías se niega e insiste para que se lo compren tirándose al piso, llorando y contorsionándose como preso de un ataque de epilepsia. La madre le dice que pare de hacer escándalos y le repite que deje el muñeco en el estante. Continúa el berrinche, la gente pasa intentando esquivar al chico, que, totalmente fuera de sí, le pega patadas con inusitada violencia en las piernas a su madre. "¿Cuánto cuesta el muñeco de Ben 10?", pregunta finalmente Paula a la vendedora. Lo compran y se van a casa.

Para los especialistas en marketing, ésta es una de los miles de escenas entre padres e hijos que se repiten a diario en todo el mundo, determinadas por lo que llaman pester factor, o "factor berrinche": la capacidad que tiene un niño de agotar a sus progenitores y conseguir que compren lo que quiere. Para la mayoría de los padres, en cambio, es una de las situaciones más temidas y difíciles de controlar: el berrinche en público; saben que terminarán cediendo.

Las empresas dedicadas a vender productos para chicos saben que éstos tienen un increíble poder de persistir y que pueden "taladrar" la cabeza con el latiguillo "papá comprame, papá comprame", ininterrumpidamente, hasta lograr el objetivo. Para James McNeal, un gurú del marketing de la Universidad de Texas, Estados Unidos, "los niños norteamericanos molestan a sus padres para que les compren algo un promedio de 15 veces durante cada paseo".

A la hora de conseguir lo que quieren, los chicos son también habilísimos negociadores: "Si no me llevo ninguna materia a diciembre, ¿me comprás las zapatillas?". Pero si todas las estrategias anteriormente citadas no dan resultado, en general terminan recurriendo al "efecto lástima": "Mamá, todos tienen un Mp4 (reproductor de música) menos yo" . En este punto, también la mayoría de los progenitores, cueste lo que cueste, termina cediendo con tal de que su hijo no sea un "excluido social".

Lo cierto es que el pester power, en todas sus modalidades, es el motor del multimillonario negocio de los chicos. Un mercado cada vez más pujante que mueve millones de dólares en todo el mundo.

Antes de que un chico nazca ya es un cliente. Mientras la madre está en el sanatorio, cientos de empresas le envían promociones y regalos de productos para bebé. Unos 6 meses más tarde, los papás van al supermercado con él, y lo cargan en un carrito mientras hacen la recorrida, expuesto a lo que McNeal llama el "puesto de observación culturalmente definido: el carrito del supermercado". Para los alemanes, la góndola, a esa altura, es la llamada "zona de terror".

Tanto es así que en la actualidad podemos ver por televisión una publicidad de arroz en la que un bebé, que todavía no puede ni hablar, carga sonriente cajas y cajas de este producto y las mete en el changuito de compras del supermercado de los papás.

Mientras que para los especialistas en marketing el estudio de los chicos como clientes encierra cifras cada día más alentadoras y sorprendentes, los especialistas, en cambio, ven con preocupación este fenómeno recurrente de niños que no pueden parar de comprar y consumir. Muchos los llaman chicos "tiranos" o "chicos manipuladores". Como contrapartida advierten que esos niños en general tienen padres permisivos e inseguros, que no saben decir que no. Incluso rotulan este fenómeno como "síndrome del niño emperador", una característica asociada a las clases media y alta, donde los chicos hacen demandas excesivas que siempre son satisfechas.

Para la Lic. Alejandra Jalof, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Escuela de la Orientación Lacaniana, la figura del niño tirano "es engañosa, dado que se ve un rey allí donde, en realidad, hay un sujeto esclavizado, comandado por un impulso que él mismo no puede detener ni modular. Ello no es posible sin que del otro lado haya un adulto que intenta denodadamente una satisfacción para aquello que se le impone como una necesidad a satisfacer".

Por su parte, Eva Rotenberg, directora de la Escuela para Padres, explica que "lo que se manifiesta como compulsivo o tirano es el vínculo donde los padres no tuvieron los recursos para tranquilizar a los chicos. La mamá le compra un juguete para calmarlo, pero el chico crece con nuevas exigencias y, así, se entra en un círculo vicioso".

"Mi papá es una tarjeta de crédito"
-¿Qué es tu padre para vos?

-Una tarjeta de crédito.

Es la respuesta de una niña de 11 años a una psicóloga que se interesaba por sus relaciones familiares y que después volcó sus estudios en Internet, en una página de autoayuda para padres.

Al igual que miles de especialistas, ella alerta sobre padres que son surtidores inagotables de los caprichos de los chicos; padres inseguros, inmaduros, temerosos.

"El día que Matías hizo el escándalo en el shopping yo estaba muy cansada, había trabajado toda la semana y, además, discutido con mi marido. Lo que menos quería era tener una escena, y por eso le compré el juguete. Lástima que ahora lo tiene en casa y no le da ni bolilla; quiere uno nuevo que vio por la tele", cuenta Paula a una amiga, después del berrinche de su hijo en el supermercado.

Según Diana Rizzato, miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar, "si cada vez que el chico pide se lo complace, se naturaliza la demanda, donde el placer está puesto en la adquisición del objeto nuevo. El placer está en tenerlo, no en usarlo, divertirse o jugar".

Eva Rotenberg hace hincapié en la falta de diálogo: "Los padres están muy exigidos, creen que saben hablar, pero no pueden comunicarse. Hay que enseñarles a dialogar con los chicos. Hay tal aceleración que los adultos no tienen tiempo para ser padres; hay un vacío que se llena permanentemente con cosas".

Para Jalof, "en una sociedad que empuja al consumo indiscriminado de objetos, la pregunta de por qué los niños consumen por demás debe pensarse dentro de una constelación familiar y social. En cuanto al ámbito familiar, el niño es un receptor privilegiado de los signos que recibe".

"El niño como consumidor indiscriminado llevará entonces a la pregunta por el lugar que el consumo indiscriminado ocupa en el entorno familiar. Pueden coexistir en la familia consumos distintos que sólo se detectan como indeseables o perniciosos cuando no tocan el objeto o el propio acto de consumo que parece natural. Así, la compulsión al trabajo de uno o de ambos padres puede significarse como una actividad aceptable socialmente, mientras que el empleo de videojuegos por parte de los hijos puede constituir un foco de preocupación y consulta", agrega Jalof.

El manejo del dinero

Tommy tiene tan sólo 7 años y está juntando plata en dólares para comprarse una consola para juegos Wii. "Para mi cumpleaños y para Navidad, mis papás y mis abuelos me regalaron plata. Se la di a mi papá y él me compró dólares. Me quiero comprar una Wii a fin de año. Igual, me dijeron que si no me alcanzaba, pero me portaba bien, ellos me iban a ayudar", le cuenta Tommy, con orgullo, a su amigo Bruno, que también está juntando dinero, pero en pesos y con fines menos ambiciosos. Bruno junta para un mazo de cartas del quiosco.

A pesar de que la tendencia al consumo indiscriminado entre los chicos es cada día mayor, también es cierto que, al igual que Tommy, cada vez son más los que ahorran y reciben información y educación sobre cómo manejar dinero.

Karina Cavalli es coach financiero de mujeres y dicta seminarios sobre cómo manejar las finanzas en la familia. Coincide con Robert Kiyosaki, autor del famoso best seller Padre rico, padre pobre, en que "la educación financiera hay que dársela desde que van al colegio. En general, a los chicos se los prepara para trabajar, pero no para hacer dinero, ni producirlo, y mucho menos para cuidarlo", agrega.

Para Eva Rotenberg, "es muy importante enseñarles a usar correctamente el dinero y que sepan tolerar la postergación, es decir, que tal vez hoy no les puedo dar pero sí mañana. Si le doy un peso a un chico para que vaya al quiosco, lo puedo acompañar en el momento y ayudarlo con la compra, con el vuelto, etcétera".

El consumo antes y ahora

Típico asado familiar de domingo en la casa de los abuelos. Uno de los nietos adolescentes le recuerda a su madre que al día siguiente, después del colegio, tienen que ir a la casa de telefonía celular a reemplazar los cinco celulares de la casa por el último modelo que vieron ayer en la televisión.

"Cuando yo era chico y quería un pantalón nuevo, tenía que llevarle el pantalón viejo y agujereado a mi padre para que lo viera antes de comprar uno nuevo. El regalo más importante que recibí fue un canario, a los 10 años", rememora el abuelo, con melancolía, épocas en las que la mayoría de las familias, aunque tuvieran un buen pasar, elegían la austeridad como modo de vida. "En mi casa éramos cuatro hermanos. Cuando llegábamos del colegio ni existían las galletitas ni toda esa variedad increíble de cosas ricas que tienen para comer ahora: yogures, cereales, alfajores... Comíamos pan con manteca", agrega.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, austeridad significa "cualidad de austero" y "mortificación de los sentidos y las pasiones". En la actualidad, es un término muy utilizado por políticos y economistas, pero casi nunca se escucha en el seno familiar.

Para el filósofo y ensayista Tomás Abraham, el hecho de que en la actualidad haya o no austeridad no es relevante.

-¿La austeridad como virtud, que pregonaban nuestros padres y abuelos, desapareció ante la ola consumista?

-La austeridad es algo inventado por las religiones, pero lo cierto es que ninguna sociedad rechaza el dinero. La nuestra es una sociedad generosa. La austeridad no es necesariamente una virtud. La austeridad también puede ser mezquindad o avaricia.

Valentina tiene 9 años y asiste a un colegio privado en las afueras de Buenos Aires. A pesar de que el uso de celulares está prohibido en toda la provincia, Valentina lo lleva al colegio, pero lo tiene apagado en la mochila. A la salida, llama a su madre para avisarle que la está esperando.

"Mamá me compró el celular para que le avise dónde estoy o qué voy a hacer. Ahora le va a comprar otro a mi hermano Felipe, que tiene 8", explica Valentina, mientras le muestra a su amiga el último jueguito que descubrió en el aparato.

"Como mamá y papá están separados y tengo dos casas, tengo dos computadoras: en la de papá una compu de escritorio y en la de mamá, una notebook. La compu, más que nada, la uso para juegos y para mandar fotos a mis amigas. Para Navidad me regalaron una máquina de fotos digital", agrega sonriente.

Lejos de los ositos de peluche, las muñecas y las casitas de té, Valentina forma parte del grupo de preadolescentes sofisticados que deciden la mayoría de las compras tecnológicas que se hacen en la casa.

Hoy integran una nueva categoría llamada tweens, que proviene de la combinación de las palabras inglesas teen y between. Son preadolescentes de entre 8 y 13 años, adictos a las compras tecnológicas (mp4, celular, computadoras), y fanáticos de programas de televisión como Casi ángeles.

En los principales shoppings, los Fun Stores actúan como magnetos para los chicos. Son locales estratégicamente ubicados cerca de los cines, donde se venden remeras, cuadernos, lapiceras y discos de sus programas de televisión favoritos.

Un oasis en el mundo del consumo

Hay miles de chicos que, alejados del bombardeo consumista, van a la escuela a cultivar la huerta, tocar la flauta y aprender carpintería para fabricar sus propios pupitres. Se trata de la pedagogía antroposófica del filósofo austríaco Rudolf Steiner y de las escuelas Waldorf. Existen unas treinta diseminadas en todo el país y unas mil en el mundo.

"Al margen del consumismo, hay que darle al chico otras alternativas para que pueda pensar. Valoramos las actividades artísticas, manuales, el trabajo social. El chico compite consigo mismo, trata de mejorar. No compite con el otro, no compite por el tener, compite por el ser", afirma Inés Meirele, directora de la Escuela Waldorf San Miguel Arcángel, de Villa Adelina (provincia de Buenos Aires). "Nosotros recomendamos a las familias que los chicos no miren tele ni usen celulares ni Internet. Queremos que lo creativo fluya", agrega.

¿Los chicos educados con esta pedagogía tienen, de adultos, problemas para adaptarse a un mundo cada vez más consumista y tecnologizado? Meirele es contundente: "Si los chicos se desarrollaron armoniosamente, de adultos podrán aplicar sus facultades intelectuales y estarán preparados para cualquier demanda que el mundo les presente".

El filósofo francés Jean Baudrillard escribió que el consumo no es, en absoluto, la base sobre la que descansa el progreso, sino más bien la barrera que lo estanca.

A través de sus libros La sociedad de consumo y El sistema de los objetos, Baudrillard se convirtió en uno de los críticos más feroces de la sociedad de consumo y profetizó su decadencia: "No hay un progreso continuo en esos ámbitos: la moda es arbitraria, pasajera, cíclica, y no añade nada a las cualidades intrínsecas del individuo", publicó quien asegura que el consumo es un proceso social no racional: "La voluntad se ejerce solamente en forma de deseo, clausurando otras dimensiones que abocan al reposo, como son la creación, la aceptación y la contemplación".

"Tanto la moda como el capitalismo producen un ser humano excitado, aspecto característico del diseño de la personalidad en sociedad del espectáculo donde vivimos en un happening permanente de consumo y derroche", concluye.

En cambio, para Tomás Abraham, "no se puede estar ni a favor ni en contra de la sociedad de consumo. Los mismos que la critican son los que más consumen. La Argentina no es una sociedad de consumo, sino que tiene sectores de alto consumo con la necesidad de tener y adquirir los objetos que la sociedad moderna elabora para hacerte la vida más sencilla o más divertida. No hay nada de malo en querer tener una notebook para poder escribir mejor".

La hora de los límites

Hay temas que podemos negociar con nuestros chicos y otros que no, afirman los especialistas. La compra de cualquier objeto que ponga en riesgo la integridad física de nuestros hijos es innegociable. Por ejemplo, si tiene 13 años y pide que le compren una moto, es necesario un "no" rotundo.

Ante la insistencia o ante el berrinche, hay que decirle que no se lo vamos a comprar, ya que igual no se va a calmar. Explicarle que lo que está necesitando, en realidad, es otra cosa, y proponerle a cambio una actividad creativa o lúdica que no tenga que ver con comprar.

El berrinche debe ser "sin consuelo" y "sin castigo". Esperar a que el chico se descargue y mantener la calma para no ceder ante sus deseos.

Padre y madre deben tener un criterio en común sobre cuándo decir "sí" y cuándo "no". Si vamos de paseo, por ejemplo a la plaza, y el chico de camino quiere que le compremos un paquete de figuritas, explicarle que el programa es ir a la plaza.

Cuando el chico apela al "efecto lástima" -diciendo: "Mamá todos tienen menos yo"- explicarle, sin emitir juicio de valor, que cada familia es diferente.

Los chicos, el dinero y el ahorro
* Casi el 60 por ciento de los chicos recibe dinero periódicamente de parte de sus padres. Estos chicos son consumidores directos, es decir, con ¬su plata compran lo que quieren.

* Mientras que en el año 2000 sólo el 49 por ciento de los chicos recibía dinero con periodicidad y elegía qué comprar, en 2008 esta cifra aumentó al 58 por ciento.

* Por semana, cada chico argentino recibe, en promedio, 8,50 pesos. De acuerdo con el índice Big Mac (es un índice que permite comparar el poder adquisitivo de distintos países donde se vende la hamburguesa Big Mac, de McDonald´s), esos $ 8,50 no le alcanzan para comprarse ni una hamburguesa por semana en la Argentina.

* Mientras que en nuestro país un chico puede tener acceso al 0,77 por ciento de lo que vale una hamburguesa, en México pueden comprarse dos por semana y en Brasil, un poco más de una.

* En 2000, sólo el 43 por ciento de los chicos manifestó que ahorraba, pero en 2008 esa cifra creció al 63 por ciento.

* Si comparamos a los chicos argentinos con los del resto de la región, los argentinos son los que más ahorran, un 63 por ciento; en el otro extremo están los brasileños: 39 por ciento.

* El promedio ahorrado de los chicos es de 22,40 dólares, mientras que en Venezuela es de 56,20 dólares, casi el triple que entre los argentinos.

* Los chicos que ahorran para proyectos más ambiciosos tienen unos $ 100 guardados en promedio, mientras que los que ahorran sin objetivo determinado poseen unos $ 80.

* El 37 por ciento de los chicos argentinos ahorra para objetos de valor intermedio, como bicicletas, celulares, etcétera.

* El 21 por ciento de los chicos ahorra para comprarse tecnología y el resto se divide entre los que ahorran sin objetivos determinados y los que juntan para ropa, accesorios, juguetes.

Los datos aquí reflejados provienen de un estudio efectuado entre niños de 6 a 11 años en diferentes países de América latina. La investigación se llama Kiddo?s, y está diseñada y dirigida por Markwald, La Madrid y Asociados de Argentina.
Los datos del 2008 corresponden a una muestra probabilística de aproximadamente 6000 niños que residen en las principales ciudades de seis países (Argentina, Brasil, México, Chile, Colombia y Venezuela). Se ha excluido el porcentaje de niños de menores recursos.

Cifras del negocio en la Argentina

* Los chicos mueven unos 500 millones de pesos por año.

* Los niños de hasta 13 años determinan el 43% del consumo familiar.

* Representan, en total, unos diez millones de consumidores.

* Dos tercios de las campañas publicitarias apuntan a ganarlos como clientes.

* Un 65% de los chicos argentinos miran más de dos horas de TV por día, una cifra alta para los estándares de América latina.

* El 88 por ciento de los chicos va a locales de comida rápida.

* El 73 por ciento de ellos influyen en las compras de alimento para sí.

* El 49 % de los chicos influye en la compra de alimentos para el hogar.

Dos anónimos al frente de la Unión Europea

El jueves pasado, como si se tratase de una ceremonia de los premios “Oscar”, los líderes europeos eligieron por fin a quienes ocuparán los dos nuevos puestos estrella del entramado institucional europeo. El hasta ahora primer ministro belga Van Rompuy será el presidente del Consejo Europeo y la hasta ahora comisaria de comercio, la británica Lady Ashton, será la nueva Alto Representante para la política exterior y de seguridad común.La Unión Europea lleva 7 años inmersa en un proceso de debate sobre cómo adaptar sus instituciones a los nuevos retos. Cuando por fin se han vencido las dificultades – entre ellas el NO francés, holandés e irlandés, y las dificultades para la firma por parte del presidente checo – se ha decidido por unos candidatos de segunda división. ¿No había mejores o es que los países grandes de la UE se sienten más cómodos con personalidades que hasta ahora no han tenido mucho peso?

Las estrellas que estaban por llegar han terminado por ser jugadores de segunda, de los que no se les conoce trayectoria internacional de primer nivel. Van Rompuy es un hombre de consenso, que ha sido capaz de sembrar la paz y articular la convivencia entre las distintas identidades que belgas. Por otro lado, Lady Ashton ha sido una buena comisaria, pero apenas ha tenido tiempo para demostrar sus habilidades, puesto que tan sólo lleva un año en su puesto.

Como decía Felipe González en el diario El País el domingo pasado, el principal problema de la UE es el de la falta de voluntad política. La estructura actual - reforzada con el nuevo tratado de Lisboa - es más que suficiente para funcionar. El problema es la ausencia de empuje de los líderes europeos para actuar unidos. Su miopía nacional, que antepone las políticas domésticas al bien común europeo, amenaza la capacidad de la Unión de poder ser relevante en los tiempos que se avecinan.

Precisamente por eso ha sorprendido tanto el nombramiento de Ashton y Van Rompuy. Los retos a los que se enfrenta la Unión no son menores. Al contrario, son mayores y más complejos que nunca. La necesidad de tener una política energética común, liderar la lucha contra el cambio climático, o ser una potencia competitiva - sin dar la espalda a nuestro modelo social - son cuestiones en las que Europa deberá estar a la altura de las circunstancias, o quedará al margen.

Los líderes al frente de las instituciones son tan importantes como las instituciones mismas. Por mucho que haya mejoras con el nuevo tratado, no servirá de nada si los nuevos líderes no son capaces de aglutinar voluntades e impulsar una genuina voluntad común. Lamentablemente, la falta de experiencia internacional de alto nivel de ambos líderes no invita al optimismo, si bien ha habido casos en donde el puesto ha hecho al líder, como sucedió con Angela Merkel. Esperemos que éste sea un caso parecido y que los nuevos líderes nos sorprendan.

Carlos Carnicero
Periodista y analista político

Breve guia para coexistir con un jefe que ladra


Comprensión, diálogo, negociación y evitar los choques son algunas de las reglas de oro para convivir con un jefe malhumorado. Nunca falta el jefe que en vez de hablar ladra, que dispara órdenes indiscriminadamente o que simplemente se niega a escuchar. Tratar con ellos no es fácil, pero con inteligencia es posible domar a esa “fiera”. En resumen, para los expertos existen cinco reglas de oro para sobrevivir, que se detallan a continuación:




1) Ser comprensivo: es importante reconocer que el poder lo tiene el jefe y es él quien maneja el destino de la empresa y, por lo tanto, la vida laboral de sus subordinados. Según Fabiana Gadow, de la consultora Deloitte, el colaborador debería considerar dos dimensiones. “La primera es comprender en qué circunstancias el jefe está malhumorado, ya que podría estar pasando un momento problemático. La segunda dimensión se refiere a la personalidad: no todos somos iguales y el colaborador debe comprenderlo”, dijo.

2) Evitar los choques: Puede resultar tentador contestar con alguna grosería, indirecta o ironía, pero para Valeria Chiesa, de la asesoría en Recursos Humanos Chiesa & Cassará, los reclamos y los enfrentamientos verbales son un grave error: no mejoran la situación y, además, pueden ser mal vistos por jefes de otras áreas. “La persona que diariamente se presenta de malhumor frente a su personal carece de inteligencia emocional, por eso no entiende que la reacción generada puede tener que ver con sus propias actitudes”, explica.

3) Llamar al diálogo: Luis Etchenique, de la consultora Accionado, resalta la importancia del diálogo. “Si la relación lo permite, el empleado puede preguntarle a su jefe qué le pasa y por qué está malhumorado, ya que no sólo pueden preocuparlo cuestiones personales sino que su enojo puede tener que ver con el mal desempeño de su trabajo”.

4) Negociación: Andrea Frascalori, de Enfoque Integral, recomienda prácticas que si bien no bastan para un cambio de actitud, permiten “sacar a la otra persona de su punto ciego”. “Se debe clarificar cuáles son las variables de la relación que para uno son básicas, y cuáles son cuestiones más de forma que se podrían negociar o incluso pasar por alto. Una vez que se tiene claro qué es lo importante, es necesario abordar el tema con el jefe en un entorno constructivo”, afirma Frascalori, y añade: “Aquí es clave expresarse de modo que se entienda que lo dicho obedece a las propias percepciones y conviene resaltar el objetivo común de esa relación laboral. Por último, hay que tratar en lo posible de llegar a acuerdos que puedan ser tangibles y consensuar una forma de seguirlos”.

5) Cuando se agotan las opciones: Si bien los especialistas están de acuerdo en que no es recomendable elevar el tema saltando jerarquías sin antes haber hablado con la persona involucrada, el departamento de Recursos Humanos de la empresa puede ser una buena opción para cuando las posibilidades de lograr un acuerdo se agotaron. “El empleado debe tener un lugar donde plantear un problema y ser escuchado. El área de Recursos Humanos actuará como mediador en la situación sin exponer al empleado y con el único fin de propiciar la comunicación entre ambas partes”, asegura Chiesa.

Darío Siani, director de la carrera de Gestión de Recursos Humanos de la Universidad Maimónides, se pregunta: “¿qué es preferible, un jefe malhumorado en el que se puede confiar o un jefe con buena onda, pero en quien no se puede confiar?”. Y se responde: “Para mi gusto, hay demasiadas organizaciones donde los únicos comportamientos aceptados son los vinculados a la energía positiva, la buena onda, los buenos modales y el glamour, donde todo se juega sobre la base de una visión fantaseada de la compleja realidad del ser humano. Detrás de cada malhumorado puede existir una persona muy valiosa para el grupo, tanto en lo profesional como en lo humano”.

Para Siani, la tolerancia es una regla fundamental, y cree que las empresas deberían incorporarla como una potente herramienta de crecimiento. “Se deben tomar como desafío transformar el lugar de trabajo como un espacio donde uno pueda ser uno mismo y no un lugar para reprimirse”, dijo.



Laura Andahazi
Especial para iEco

sábado, 21 de noviembre de 2009

Argentina: Golpistas. com: la seguridad insegura


Escribe Adolfo Pérez Esquivel. Una y otra vez vuelven los personajes de turno; la diva del teléfono “Su”, reclama represión y pregona la pena de muerte para aquellos que supuestamente atentan contra la seguridad.
El mediático y divertido señor Tinelli y la señora de los almuerzos Mirtha Legrand, tienen medios audio-visuales a su disposición y suman su reclamo y convocan a una reunión por la “seguridad”; están cansados y temerosos que los pobres corten rutas, avenidas, y generen el caos ciudadano; están hartos de piqueteros que reclaman trabajo y seguridad para sus familias y la comunidad.
Los medios de incomunicación, comunican los desastres y anuncian el “Apocalipsis Now”; el Grupo Clarín y La Nación fogonean la campaña de desestabilizar al gobierno. La Pitonisa clama toda clase de calamidades y envía cartas a las embajadas, anunciando que, la única garante institucional de la Nación es ella y nadie más. Pretenden ignorar que el único garante de la democracia, es el Pueblo.


Josué de Castro, medico brasileño que fuera director de la FAO, en su obra “La Geografía del Hambre” dice: “Los pobres no duermen porque tienen hambre, y los ricos no duermen porque tienen miedo a los que tienen hambre”.

¿Cómo podemos trabajar y lograr que todos duerman sin sobresaltos y que, aquellos que más tienen, aprendan a compartir el Pan y la Libertad, con los que menos tienen?
Pero no, los personajes ricos y famosos televisivos reclaman “seguridad y mano dura contra los pobres”.
Recuerdo a uno de mis profesores de filosofía, Galíndez, quien decía que: “en el teatro griego los actores usaban máscaras y al terminar la función debían sacársela y volver a ser personas”. Hay personajes que continúan actuando y no quieren sacarse la máscara por miedo a ser personas. El profesor nos enseñaba que: “es más difícil ser señor que doctor”.

Saquen sus conclusiones los personajes; es una buena lección.

Hay que preguntarles porqué callaron cuando la Sociedad Rural y la Federación Agraria pararon el país durante 4 meses para desestabilizar y condicionar al gobierno y guardaron silencio frente a la voracidad económica del llamado “campo sojero y otras yerbas”; son quienes destruyen los montes y expulsan a los campesinos e indígenas; quienes durante el paro tiraron miles de litros de leche y alimentos de los camiones con acoplados en las rutas, mientras mas de 10 millones de compatriotas están en la pobreza.

No pueden ignorar que los terratenientes y sus aliados imponen los monocultivos, la desertificación y contaminación, y todito esto lo hacen con total impunidad.

Pregunto: ¿Quién se hace responsable de las pérdidas sufridas por los afectados por el paro del campo?

Deben saber que muchos sectores sociales trabajan y luchan contra la inseguridad; pero la visión y comprensión es distinta a la de los ricos y famosos...

¿Le preguntaron a un chico que vive en la calle, hambreado, castigado y marginado por una sociedad injusta, cual es su seguridad?

¿Recorrieron alguna villa o asentamiento y preguntaron a los pobladores cuál es su seguridad?

¿Pensaron en los pueblos originarios a quienes los “empresarios del campo” les quitan las tierras, y los obligan a emigrar a la periferia de las grandes ciudades y formar piquetes para reclamar sus derechos?

Quienes acamparon 33 horas, en la Avenida 9 de Julio, no estaban ahí por gusto con sus bebes y niños; soportando frío, calor, presiones y la indiferencia social. Reclaman trabajo, no mendicidad; tuvieron el coraje de denunciar el clientelismo político de los municipios y a los punteros políticos y la falta de respuesta oficial. El mismo reclamo se extiende en el país, como sucede en la Quiaca, cuando en enero, cuatrocientos pobladores, la mayoría mujeres, se declararon en huelga de hambre con su hambre, para reclaman trabajo y condiciones de vida para sus familias.

La gente busca resolver sus problemas, y cuando no son escuchados por los responsables de los gobiernos provinciales y el gobierno nacional, se movilizan para lograr sus objetivos a través de acciones de resistencia no-violentas.

En Tucumán hay “barrios privados”; sería bueno que los recorran aquellos que comen todos los días y tienen que hacer dieta para no engordar y se “sacrifican en el gimnasio”. Comprobarán que han proliferado los “barrios privados”. Privados de luz, de agua, de asfalto, de escuela, de salud, de trabajo y de seguridad. Más ‘privados’ imposible.

¿Se olvidaron del saqueo del 2001 y 2002, que sufrió el pueblo cuando sacaron todo el capital del país y dejaron a muchos con una mano adelante y otra atrás, y los ahorristas en el corralito vieron esfumarse sus ahorros?

Necesitamos hacer un esfuerzo todos los sectores sociales, culturales, políticos y religiosos para recomponer el cuerpo social y no para destruir.

Hay que aprender de los trabajadores de las fábricas recuperadas y de los campesinos, pequeños productores rurales; son ejemplos de resistencia social y tienen propuestas concretas.

Se está desatando una campaña con ánimo golpista; vemos una exacerbación permanente para desestabilizar al gobierno y provocar la violencia desde lo verbal a lo social y estructural. Critican hasta los 180 pesos por niños. Cualquier cosa que hace el gobierno está mal, pero no proponen nada mejor.

Los medios de comunicación, manipulan la información y aumentan las tensiones y conflictos; reclaman “libertad de prensa, confundiéndola con libertad de empresa”, gritan y vociferan contra la Ley de Medios Audiovisuales.

Callaron durante 25 años la ley impuesta por la dictadura militar, con la cual estaban conformes porque les garantizaba el monopolio de los medios y control de la información del país.

Estamos frente a un “aquellare político y social”, que pocas veces vivió el país, cargado de fuerte virulencia contra el gobierno. Es preocupante y peligroso. Soy crítico del gobierno y lo manifiesto públicamente; hay acciones políticas contradictorias que no comparto por su incoherencia entre el decir y el hacer; pero hay que encontrar alternativas sociales, culturales, económicas y políticas.

Hace tiempo que se siente un fuerte olor podrido en el ambiente, cargado de palabras devaluadas y violentas, que van más allá de ser oposición política; se siente mal olor al estilo hondureño que pone en riesgo la democracia.

Al gobierno hay que sostenerlo, más allá de si estamos o no de acuerdo con su política, personalmente no lo estoy, y reclamarle y exigirle que corrija los errores políticos que atentan contra el pueblo; reclamarle transparencia y ética en el ejercicio de su función y gobernabilidad.

Los que disponen de medios de comunicación, tienen la responsabilidad de actuar con sabiduría y prudencia y no
utilizarlo con actitudes golpistas.com.

El otro camino es la complicidad para provocar la ingobernabilidad y enfrentamiento entre argentinos.

A los pregoneros que pretenden imponer la represión y la pena de muerte hay que decirles que son caminos del autoritarismo y regímenes dictatoriales que ha sufrido el país y el continente.

No hemos luchado y sufrido para retroceder. El costo fue altísimo y las heridas aún duelen. Es necesario recomponer el cuerpo social y encontrar caminos superadores hacia un nuevo “Contrato Social” con nuestro pueblo y defender los espacios de libertad Les decimos a los golpistas.com. “Nunca más”.

Adolfo Pérez Esquivel es Premio Nóbel de la Paz 1980.

Los padres de la Plaza de Mayo

La película "Padres de la Plaza-10 recorridos posibles", un documental de Joaquín Daglio que se proyectó en el Festival de Cine de Mar del Plata, le da voz por primera vez en 30 años a los padres de jóvenes desaparecidos durante la última dictadura y rescata su sufrimiento y su lucha junto a las Madres de la Plaza de Mayo.

El filme se estrenó en la Competencia Argentina del certamen marplatense, donde generó encendidos aplausos y hasta llantos en varios de los espectadores, debido a su acercamiento humano y respetuoso a una decena de padres de jóvenes desaparecidos y a la descripción de su lucha silenciosa y el dolor que les provoca una búsqueda que parece no tener fin.

Escrita por Daglio, Juan Vitale y Maximiliano Cerdá, la película tuvo su génesis en el acto por el 30mo aniversario del golpe de Estado de 1976, a partir de la pregunta sobre el papel de estos hombres que habían acompañado a sus mujeres en la búsqueda de sus hijos, pero sin llegar a organizarse en una agrupación que les brindara un espacio de reconocimiento visible para el resto de la sociedad.

Este documental entrelaza las historias de diez de estos padres: Mario Belli, Ricardo Chidíchimo, Rafael Beláustegui, Oscar Hueravilo, Julio Morresi, Bruno Palermo, Teobaldo Altamiranda, Mauricio Brodsky, Marcos Weistein y Jaime Steimberg, quienes estuvieron presentes al final de la proyección, salvo por Steimberg, que falleció poco después del fin del rodaje.

"Los padres nunca tuvimos una posición de lucha como las Madres, nunca nos organizamos, aunque siempre estábamos allí acompañándolas. Las Madres no querían que estuviéramos, porque tenían miedo a que respondiéramos a las agresiones y nos llevaran presos", recuerda uno de los padres en el filme.

En ese sentido, todos coinciden en que el apoyo a las Madres era "moral y espiritual" y que siempre estaban presentes a su manera, ya que por una decisión estratégica de preservación se quedaban afuera de la plaza y las acompañaban desde las calles laterales, ante el temor de caer en manos de la policía o los servicios de inteligencia de la época.

En la película cada uno de ellos cuenta sus vivencias desde la desaparición de sus hijos hasta el presente, mientras recorren lugares significativos de sus vidas y de las de sus hijos, sacando a la luz sus recuerdos y narrando los efectos de la desaparición de sus hijos, las esperanzas y las desilusiones a las que tuvieron que enfrentarse.

Aunque tuvieron un rol desdibujado debido a que nadie en 30 años se ocupó en reflejar su esfuerzo, ellos siguen luchando por "mantener viva la memoria de sus hijos, hacer justicia y alcanzar la verdad" acerca de lo que ocurrió en el país durante la dictadura militar
.

Uno de esos padres recuerda en la película lo que le dijo el ex almirante Emilio Massera en un vuelo que, casualmente, compartieron desde Buenos Aires a Córdoba: "Los chicos en algún lugar están y en algún momento los devolveremos".

Ese cinismo que caracterizó a los militares golpistas, que ni siquiera tuvieron el valor de decir dónde están los cuerpos de los jóvenes desaparecidos, es una de las peores cosas que sufren estos padres, víctimas de la incertidumbre alimentada por las mentiras, la desinformación y las humillaciones que debieron soportar durante todos estos años.

"Se trata de un duelo inconcluso porque no se puede hacer duelo sin ver sus despojos. Nuestros hijos son héroes sin tumba", afirma en otro tramo de la película Rafael Beláustegui, quien perdió a tres de sus hijos a manos de los militares.

Luego de la proyección, Daglio afirmó: "No sé por qué pasaron 30 años sin que nadie les diera el valor que tienen. Nosotros nacimos en los años de la dictadura y nuestra vida es parte de esta historia".

"Lo importante es que nunca es tarde para reivindicarlos y ojalá que esta película genere nuevas preguntas y abra nuevos espacios de reflexión y conciencia entre los jóvenes", agregó el realizador.

"Venimos luchando y seguiremos haciéndolo hasta que aparezca el último desaparecido", señaló uno de los padres, mientras que otro -emocionado hasta las lágrimas- comenzó a gritar: "íPor nuestros 30 mil desaparecidos, ahora y siempre, presentes, presentes, presentes!".

Fuente: El Argentino