lunes, 20 de julio de 2009

Niños y jóvenes de hoy duermen tres horas menos que hace 30 años


La investigación se realizó en base a 3.393 estudiantes de 9 a 17 años de todo el país, y concluyó en que la falta de sueño es una constante. Televisión, Internet, videojuegos y salidas nocturnas prolongadas hasta la mañana, sumados a la falta de rigor de algunos padres, son los motivos principales. Las consecuencias son falta de atención, irritabilidad y desórdenes emocionales. El mundo de hoy es como un espectáculo sin fin, dicen los expertos. Micaela se duerme sobre el pupitre escuchando la lección de la maestra. Para cuando se despierta está en plena prueba de matemática, pero su cerebro solo le pide desconectarse y recuperar las horas de sueño que desperdició la noche anterior cuando se quedó chateando hasta las 2 de la mañana. Levantarse a las siete para ir a la escuela la hizo perder cuatro horas de sueño que ya no recuperará. Mica no es una excepción, ya que la mayoría de los jóvenes de su generación siguen el mismo estilo de vida.

Un estudio del que participaron varias universidades, y llevado adelante por científicos de varias disciplinas, confirma que los niños y adolescentes de hoy duermen entre 2 y 3 horas menos que los de hace 30 años. De hecho, la mitad de los jóvenes de nuestro país duermen menos de 9 horas, lo necesario para tener una vida saludable.

La computadora, la televisión, los boliches (y los afterhours), los videojuegos, la falta de autoridad de algunos padres para mandarlos a dormir temprano, y los horarios en que comienza la escuela, hacen que lo chicos cada vez duerman menos y estén más nerviosos e irascibles.

La investigación se realizó a 3.393 estudiantes de 9 a 17 años de todo el país. El 49% de los entrevistados admitió dormir menos de ocho horas los días de semana, mientras que el 83% descansa menos de lo necesario durante el fin de semana.

“El factor más nuevo es la cantidad de estímulos nocturnos y luminosos que afectan el inicio del sueño: la tele, el chat, internet. Pero ojo: que los adolescentes tiendan a tener una vida más nocturna no es exclusivamente un fenómeno cultural, sino también, y muy especialmente, biológico: las agujas de su reloj interno apuntan hacia más tarde”, explica Diego Golombek, investigador del Conicet y del departamento de ciencia y tecnología de Universidad Nacional de Quilmes.

Del estudio surge otra conclusión preocupante: si los adolescentes duermen poco tendrán una excesiva somnolencia diurna por lo cual el aprendizaje puede verse alterado. “En la argentina, a diferencia de otros países, tenemos un problema gravísimo que es que las materias más complejas y abstractas, como matemática, se dictan a primera hora de la mañana cuando todavía están somnolientos. Además, en lugar de compensar las horas de sueño que pierden debido al régimen escolar que les exige entrar a las siete, las profundizan más con las salidas el fin de semana: es una combinación mortal”, advierte el Dr. Daniel Cardinali, uno de los autores del estudio, investigador superior Conicet y director del departamento de docencia e investigación de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCA. Además asegura que hace treinta años los jóvenes dormían 8 horas, mientras que hoy el promedio es de seis.

Hiperestimulados. La seducción de las redes sociales, el chat, la televisión por cable 24 horas, los mp4, y celulares configuran un escenario de sobreestimulación que los jóvenes de hoy aprovechan al máximo.

Para José Sahovaler, especialista en niños y tecnología de la Asociación Psicoanalítica Argentina, los chicos se quedan despiertos hasta tarde porque los programas que les interesan terminan muy tarde. “Vivimos en una sociedad inundada de estímulos, el mundo se convirtió en un espectáculo sin fin. Hace 20 años, la televisión se

apagaba a las nueve, hoy hasta se duermen con el aparato prendido, lo que repercute en una caída de la concentración : si no dormís bien, estás inundado de estímulos y al día siguiente rendís mal”.

Las consecuencias
La falta del descanso necesario provoca disminución del tiempo de reacción, deterioro de la memoria, dificultad para estudiar y concentrarse, dificultad para realizar cálculos matemáticos, alteraciones del estado de ánimo e irritabilidad, ansiedad, depresión y estrés.

El cerebro está programado para acostarse a las 23.30 y despertarse luego de 8 horas. El sueño tiene la función de limpiar y reparar las estimulaciones recibidas durante el día.

Los datos obtenidos por el estudio demostraron que el 23% de los adolescentes que fueron encuestados ronca y el 11% padece apnea como consecuencia del mal sueño.

La siesta es un mecanismo de recuperación de horas de sueño perdidas y sólo es aconsejable si dura menos de media hora. Pasado ese tiempo se vuelve contraproducente.
Fuente: diario Perfil.

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