No hablamos de “boquitas pintadas” con rouge. Hablamos de “Mujeres de la Boca que pintan su barrio” y tienen nombre y apellido: son ellas Gladys Insaurralde, Higinia Bogado, Estela Arriola y Julia Cañete.
Comenzaron buscando una gratificación espiritual al margen de las agotadoras labores de trabajadoras y madres y terminaron descubriéndose artistas. No se trataba de un entretenimiento, sino de una vocación escondida que las hizo ver la realidad de una manera distinta e insospechada hasta entonces para ellas. El barrio había ejercido su magia contribuyendo con ese afloramiento de la sensibilidad estética y de la incipiente habilidad para concretarla y ya van por su segunda exposición en la sede de la Biblioteca Popular del Ateneo Eva Perón de Iberlucea 1158. Sus obras entran en la categoría de lo que se denomina comúnmente arte ingenuo o “naif”. Pero en realidad exceden ese formato y apuntan a un crecimiento que desembocará, seguramente, en obras mayores.
En principio hagamos una diferenciación que consideró más que necesaria: el arte “naif”, como una especialidad de la pintura, se enseña generalmente en academias establecidas al efecto. Es decir, se va a ellas a “aprender a ser inocentes”, a recuperar la candidez del niño, lo cual, en muchos casos, se traduce en una verdadera impostura.
En el caso de “Mujeres de la Boca...”, en cambio, la imagen surge desde la propia esencia de lo espontáneo. Sus autoras no intentan aprender un estereotipo, sino manifestar su manera personal de percibir lo que sucede todos los días antes sus ojos.
Manifiestan en su último catálogo: “Rescatar cuatro horas semanales para nuestro interior, fue un privilegio y un acierto. Por eso estamos nuevamente con deseos de mostrar nuestro crecimiento. Algunas nos atrevimos a la maravillosa experiencia del dibujo. Seguimos encontrando nuestra fuente de inspiración en el barrio de La Boca. Este lugar geográfico al que pertenecemos, por transitar a diarios sus veredas y conocer sus rincones que tiene pasado y presente. Por eso además de mostrar sus colores, queremos dar a conocer nuestro enriquecimiento interior...”.
Este posicionamiento, esta voluntad de conquistar un espacio, este deslumbrase ante la realidad cotidiana es el que va ensanchando el perfil de artistas que se vislumbra en cada una de ellas. Van comenzando a tomar conciencia de que las anteceden creadores de la dimensión de Quinquela, Lacamera, Tiglio, Victorica, y de la importancia de abrevar en ellos. Los tienen allí, a su alcance, en el Museo BQM, en la ribera; el barrio que las hizo artistas también les da sustento para perfeccionarse.
Estas “señoras grandes”, que se pusieron a crear más allá de la diversión, encarnan la esperanza de un pueblo que reconstruye su tejido social a pesar de las adversidades y las dificultades que les presenta el sistema.
Con su actitud asombran hasta a sus propios hijos, al mostrarles que en una sociedad bombardeada por el consumismo o acechada por la miseria, se puede convertir a un acto gratuito en un hecho significante y gratificante. Qué el espíritu puede sobrepasar a la conveniencia. Qué –como enseñan las Madres de Plaza de Mayo- es necesario seguir “pariendo sueños” para el bien del pueblo.
Apoyan a este grupo los Promotores de Salud de la Vuelta de Rocha, integrantes del Programa de Salud Comunitaria del Servicio Social del Hospital Argerich y el Servicio de Terapia Ocupacional del Hospital Borda.
Salvador Linares
viernes, 17 de julio de 2009
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