miércoles, 24 de junio de 2009

Garrahan, la casa de grandes sueños de chicos


Es una casa lejos de la propia. La Casa Garrahan recibe a los chicos que viajan a Buenos Aires para hacer un tratamiento médico ambulatorio y a sus madres. No son viajes fáciles. Y tener un lugar acogedor donde pasar las horas termina siendo igual de sanador que un remedio. La mayoría de los chicos vienen para enfrentar tratamientos oncológicos, o están a la espera de un trasplante, o ya lo recibieron. Su estado de salud es delicado y, entre visita y visita a alguno de los tres hospitales pediátricos porteños, encuentran en la casa contención, además de un lugar digno, limpio y que cubre todas las necesidades que tienen. La casa se abrió hace 12 años. Primero tuvo 30 habitaciones y luego creció: hoy cuenta con 46 cuartos. Cada uno tiene dos camas, una cunita, para los hermanitos que a veces viajan, y un baño privado.
Las familias llegan derivadas de los servicios sociales de los hospitales Garrahan y Gutiérrez y de la Casa Cuna. "Hay un clima de familiaridad hermoso, con gente del Norte y del Sur. Hay muchísima contención. Nos ocupamos de que la única preocupación de las mamás sea cuidar la salud de sus hijos", contó la encargada de las Relaciones Institucionales de la Fundación Garrahan, Beatriz Resnik.

Reciben techo, ropa y alimentos para hacer las cuatro comidas. Pueden quedarse el tiempo que demande el tratamiento y no pagan un peso. "Vienen los más pobres entre los pobres", confiesa Beatriz. Resulta sencillo pensar los malabares que deben hacer para costear todo este batallón de gente en permanente recambio. Más de 8500 familias se alojaron en la casa.

Cada habitación busca tener un padrino. Una suma de 20.000 pesos anuales hace que ese cuarto pueda estar siempre abierto para el que lo necesita. Algunas empresas apadrinan un cuarto y es posible donar una suma muchísimo menor y unir voluntades que hagan que en la casa no falte nada. Necesitan más padrinos. Las 16 nuevas habitaciones están "huérfanas" de ayuda. Su teléfono es el 4308-5286 y su página, www.fundaciongarrahan.org.ar

Se trata de chicos inmunodeprimidos y las dietas deben ser rigurosas. Una nutricionista asesora a las mamás, que se turnan para preparar las comidas de las familias de todo el piso. La cocina es un lugar de reunión, donde las mujeres comparten recetas y penas.
El rincón donde están las computadoras, en la planta baja, es uno de los más visitados. Parece una casa como cualquier otra. Pero habitada por historias que vienen de todas las latitudes en busca de esperanza.

Cynthia Palacios

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