sábado, 27 de junio de 2009
Ernesto Sábato cumplió 98 años
Es doctor en Ciencias Físico-Matemáticas, y de hecho fue un excelente docente e investigador en ese campo. Pero todo el mundo lo relaciona con la literatura. Ernesto Roque Sábato nació el 24 de junio de 1911, y fue el décimo de los 11 hijos varones concebidos por Francesco Sábato y Giovanna Ferrari, dos inmigrantes italianos que se afincaron en Rojas, Buenos Aires, donde el jefe de la casa instaló un pequeño molino harinero. El pequeño Ernesto cursó la escuela primaria en el pueblo, pero para seguir sus estudios debió trasladarse a La Plata, lo que le significó abandonar el entorno familiar. En la ciudad y en plena adolescencia, descubrió tres cosas que lo marcarían para siempre: las ciencias, las artes y la política. Vale decir que su doble pasión por el arte y la política lo alejó una y otra vez del campo científico hasta que renunció a él por completo.
Camarada Ernesto.
Primero lo atrapó la política. En un principio fue militante anarquista, pero más tarde se afilió al comunismo y llegó a ser el secretario de la Juventud Comunista de La Plata, actividad que lo llevó a suspender temporariamente sus estudios universitarios. Por sus dudas respecto del gobierno de Stalin abandonó la militancia justo cuando su capacidad había sido detectada por las autoridades partidarias, que lo habían distinguido con un viaje a la Unión Soviética para asistir a unos cursos de formación política.
Volvió a la facultad y se doctoró en Ciencias Físico-Matemáticas y hasta obtuvo una beca para continuar sus estudios en París, donde se relacionó con el grupo surrealista de Wilfredo Lam, Tristan Tzara y André Breton.
La Segunda Guerra Mundial lo encontró en Cambridge (Inglaterra) analizando la teoría de la relatividad, tema que poco después, cuando retornó al país, se convirtió en el contenido de su cátedra en el Instituto de Física de la Universidad de La Plata. Sin embargo, en 1943 decidió abandonar la carrera científica –decisión que encontró la resistencia de maestros y colegas– para dedicarse a la literatura y secundariamente a la pintura, su otra gran pasión artística.
Escritura con premios. Sábato se casó en 1936 con Matilde Kusminsky-Richter, y en 1938 nació su primer hijo, Jorge. En 1944 Sábato alquiló una casa en Santos Lugares, un tranquilo barrio obrero del conurbano bonaerense, en la que vive hasta hoy. Podría decirse que su renuncia a la labor científica y su afincamiento en esa localidad son dos elementos que se encuentran en la base de su carrera literaria, ya que en 1945 se publica su primer libro, Uno y el universo, un ensayo que trama artículos en los que critica el rol de la ciencia en la sociedad contemporánea. La repercusión de ese texto fue inmediata: obtuvo el Premio Municipal de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Ese mismo año nació Mario, realizador de cine que en 1979 estrenó El poder de las tinieblas, filme basado en Informe sobre ciegos, y quien hace poco presentó en España el documental Ernesto Sábato, mi padre, que compila 40 años de material fílmico inédito y fragmentos de películas familiares.
Y en 1948, tras una larga cadena de negativas editoriales, Sur, revista y sello creados y dirigidos por Victoria Ocampo, publicó El túnel, la novela que deslumbró nada menos que a Albert Camus, por entonces lector de la prestigiosa editorial francesa Gallimard, quien recomendó su traducción.
Sin embargo, a pesar de un comienzo tan promisorio, sólo dio a conocer dos novelas más: Sobre héroes y tumbas, en 1961, texto del que se desprendió en algunas ediciones Informe sobre ciegos y que en 1964 tuvo una suerte de excéntrica amplificación con el disco Romance de la muerte de Juan Lavalle, con música de Eduardo Falú, donde Sábato recitaba textos de la novela. En 1974 publicó Abaddón el exterminador.
Su escritura también se concentró en el campo del ensayo, donde se destacan, entre otros, Hombres y engranajes (1951), El escritor y sus fantasmas (1963), Aproximación a la literatura de nuestro tiempo: Robbe-Grillet, Borges, Sartre (1968), Antes del fin (1999), La resistencia (2000) y España en los diarios de mi vejez (2004).
Entre los numerosos premios que ha recibido por su trayectoria intelectual y su obra, merecen destacarse la Gran Cruz de la Orden al Mérito Civil (España, 1978); los títulos de Caballero de la Legión de Honor y Comendador de Artes y Letras (Francia, 1979 y 1983, respectivamente); el Premio Cervantes (España, 1984); el Premio Gabriela Mistral (OEA, 1984); el título de Gran Oficial de la Orden del Mérito Civil (Italia, 1985); el Premio Jerusalén (Israel, 1989); y la Medalla "Pablo Neruda" (Chile, 2004).
De Perón a Alfonsín. Su interés por la política y su participación en ella como intelectual fue una constante. Desde 1946 se colocó en la oposición al peronismo, al firmar una declaración que denunciaba la violencia del gobierno contra los estudiantes universitarios, pero poco después del golpe de Estado de 1955, dentro de los "aires revisionistas" de la intelectualidad de izquierda, que procuraba entender en profundidad el terremoto político que había producido Juan Perón, se destacó como uno de los primeros en dar a conocer su reflexión en El otro rostro del peronismo, de 1956.
En 1958, por poco tiempo, durante la presidencia de Arturo Frondizi, asumió como Director de Relaciones Culturales de la Cancillería. Y en 1971, como una muestra de su relación con representantes de las jóvenes generaciones que lo tomaban como una especie de guía, admitió la publicación de Claves políticas, un volumen que no sólo contenía sus conversaciones con el grupo de la revista El Escarabajo de Oro, que dirigía Abelardo Castillo, sino también las cartas que había intercambiado con Ernesto "Che" Guevara.
Fue la política la que generó la mayor controversia alrededor de su figura, ya que en mayo de 1976 aceptó almorzar con el dictador Jorge Rafael Videla, acompañado por Jorge Luis Borges, Leonardo Castellani y Alberto Ratti. Sábato siempre se defendió afirmando que había asistido con el objeto de pedir por algunos desaparecidos, y citaba el caso de Antonio Di Benedetto (algo semejante hizo Castellani, quien afirmó haber pedido por Haroldo Conti). Por cierto, la dedicatoria que Di Benedetto colocó en sus Cuentos del exilio (1983) reza: "Al Premio Nobel de Literatura Heinrich Böll y al gran escritor argentino Ernesto Sábato, que bregaron por mi libertad en altas instancias".
Con todo, el acontecimiento político más conocido de la vida de Sábato es, por lejos, el haber presidido en 1983 la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), que publicó en 1985 el Nunca más, cuyo prólogo –donde aparece la "teoría de los dos demonios"– siempre se le adjudicó.
Con su salud lógicamente debilitada por la edad y su "pesimismo existencialista" engrandecido por la muerte de su primer hijo y de la mujer que lo acompañó durante más de 60 años, Sábato ha preferido alejarse de la vida pública después de describir al "hombre en crisis" desde todos los ángulos posibles.
Rogelio Demarchi
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