miércoles, 16 de diciembre de 2009

Argentina: El hacernos creer seguros es un gran negocio


Los argentinos gastan más de 2.000 millones de pesos por año para sentirse seguros. Durante el 2009, la venta e instalación de alarmas creció un 20% y se comercializaron 500 mil sirenas por un total de 1.710 millones de pesos. Además, se vendieron 600 mil spots de iluminación para exteriores con detectores de movimiento por 6 millones de pesos. Otro de los artículos muy demandados para prevenir hechos de inseguridad fueron los porteros eléctricos con visor: el movimiento de esos aparatitos significó un gasto de 76 millones de pesos más. Cada vez con mayor frecuencia e intensidad la gente invierte dinero de su bolsillo para suplir la ineficiencia estatal a la hora de brindar seguridad.

La lista sigue. Este año se pagaron 200 millones de pesos para instalar circuitos cerrados de cámaras de vigilancia en los ingresos a los hogares. Y los vecinos de barrios cerrados, countries y áreas residenciales del interior gastaron 14 millones de pesos en la colocación de 1.200 molinetes y barreras de acceso. Los sistemas antivandálicos para vehículos crecieron un 100 por ciento frente a 2008: se blindaron 350 autos en el año. Ese incremento sin precedentes en la historia nacional les generó a las empresas de seguridad vehicular una facturación superior a los 40 millones de pesos.

La cifra global es aún mayor si a los 2.000 millones de pesos se les sumara el gasto que los ciudadanos destinan al pago de salarios del personal de seguridad privada que contrataron en el último año. Según un informe elaborado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) al que tuvo acceso Crítica de la Argentina, hay tres vigiladores privados en actividad por cada uno de los 30 mil efectivos que la policía Federal tiene en Capital y el Gran Buenos Aires.

Para Claudio Kramer, gerente general de la Cámara de Industrias Electrónicas, Luminotécnicas, Telecomunicaciones, Informática y Control Automático (Cadieel), la demanda de sistemas de videovigilancia, iluminación exterior, control de acceso y detección de siniestros creció entre un 13% y un 15% en lo que va del año frente a igual período de 2008. “Sólo la conexión y ventas de alarmas y sirenas movilizó más de 450 millones de dólares (1.710 millones de pesos) en este período. La venta de estos equipos viene creciendo de forma sostenida en los últimos dos años”, explicó el directivo de la entidad que representa a 3.200 empresas en todo el país. Según los cálculos de Kramer, en los últimos meses hubo un pico en la venta de alarmas y sirenas.

Los datos relevados por la compañía ADT Security Services coinciden con los de Cadieel. “La demanda viene aumentando sostenidamente. En el último año notamos un incremento del 20% en relación con el año anterior”, explicó a Crítica de la Argentina Javier Kahn, director de desarrollo de nuevos negocios para la Argentina y Uruguay de la firma estadounidense que tiene el 60% del mercado nacional.

El precio base de referencia de un equipo de sirenas y sensores en el mercado local es de 1.200 pesos con instalación incluida. Las tarifas para la compra y colocación de alarmas van hasta los 30 mil pesos, según el tipo y el grado de sofisticación del sistema. Pero como la necesidad es cada vez más alta y no muchos usuarios pueden acceder a contratar un servicio de ese valor, ADT decidió ofrecer un beneficio especial para conquistar nuevos clientes. “Teniendo en cuenta la necesidad de este tipo de productos, hemos decidido ofrecer el equipo en comodato y cobrar sólo el cargo de instalación. Así, más hogares y comercios pueden estar protegidos”, agregó Kahn.

El abono mensual dependerá de ciertas variables tales como el espacio a cubrir. “En ADT contamos con un amplio portfolio de productos que complementan el monitoreo básico y nos posicionan como la empresa líder en seguridad electrónica”, afirmó.

Ricardo Pérez, dueño de la firma de controles de acceso DCM Solution, también evidenció un incremento en la demanda de molinetes y barreras de seguridad en el último año comparado con 2008. “Se instalan principalmente en las entradas de los countries o en los edificios nuevos. Por año se colocan 1.200 en todo el país”, contó Pérez. Cada molinete o barrera cuesta entre 2.500 y 3.000 dólares con instalación y tarjetas magnéticas incluidas. Los modelos más modernos, que leen retinas y detectan huellas dactilares, superan la barrera de los 3.000 dólares.

Las luces con sensores de movimiento y los porteros eléctricos con visor fueron otros de los productos considerados “de seguridad” más vendidos este año. Sergio Starkloff, propietario de Surix, calculó que, pese a que todos los edificios y propiedades nuevas instalan este tipo de equipos, aún no son prioritarios para la mayoría de los argentinos. Pero, a pesar de la visión de Starkloff, fuentes del sector estimaron que en 2009 los comercios que vendieron porteros sofisticados y spots de luz de emergencia facturaron 80 millones de pesos, un 20% más que en 2008. En total, se comercializaron unos 100 mil intercomunicadores con pantalla y 2 millones de reflectores para exterior.

Además de los 2 millones de pesos anuales que gastan en contratar servicios o comprar equipos contra la inseguridad, los argentinos también incorporaron tecnología de última generación para evitar ser víctimas de la inseguridad. Los menos innovadores les colocaron chips a sus laptops y vehículos para poder rastrearlos en caso de que los roben. Pero hay quienes se animaron, en los últimos años, a instalar cámaras y sensores internos en sus casas para ser controlados remotamente. Estos sistemas, que están en la lista de los desarrollos de la robótica, permiten al usuario monitorear desde sus computadoras los movimientos de la familia y de la casa con la ayuda de un software especial.

El blindaje de autos se puso de moda
La demanda de protección de autos se duplicó en el último año frente a 2008. Según cifras relevadas por el Grupo Dietrich, se blindaron entre 25 y 30 vehículos por mes durante 2009. “En total, se acorazaron unas 350 unidades en todo el año”, dijo Juan Pablo Bozzo, responsable de la división blindados del Grupo Dietrich, firma que controla el 50% del mercado local.

Proteger un vehículo contra balas de armas de fuego no es económico. Oscila entre los 25 mil y los 30 mil dólares. “Este año empezamos a recibir clientes que no esperábamos: comerciantes que tuvieron algún problema de inseguridad, empresarios de pymes, gente común”, contó Bozzo. Con la crisis económica de 2001, el blindaje de autos se puso de moda. Luego cerraron más del 60% de las empresas que comercializan ese servicio y desde el año pasado la demanda volvió a crecer inesperadamente.

“El blindaje creció un 300% en el mercado de los autos usados. Este servicio ya no está atado al poder adquisitivo del cliente, sino al nivel de inseguridad al que se expone a diario. También lo notamos en el incremento de venta de accesorios para evitar la inseguridad. Muchos buscan sólo la instalación de rastreadores satelitales o el servicio antivandálico: que blinda los vidrios y protege al conductor de arrebatos, robos o agresiones”, explicó el directivo de la concesionaria.

Las cifras del mercado revelan otro dato escalofriante. Por día, los propietarios de autos o camionetas gastan 12 dólares (casi 46 pesos) para sentirse protegidos.

Julieta Tarrés

“Crítica de la Argentina”


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